ROMA, 9 mayo 2001 (ZENIT.org–AVVENIRE).- Los dramáticos acontecimientos de sangre que tienen lugar en estos momentos en Oriente Medio y la visita de Juan Pablo II a Siria han vuelto a concentrar la atención (y las polémicas) del mundo sobre ese puñado de tierra del planeta, cuna de las tres religiones monoteístas.
Uno de los máximos expertos europeos sobre los pueblos y culturas de Oriente Medio, Igor Man, editorialista del diario italiano «La Stampa» y analista de canales de televisión europeos y revistas especializadas, ha seguido de cerca los discursos y gestos del Papa en esa visita. En esta entrevista explica cuál ha sido la «estrategia» del pontífice.
Desde Malta, este miércoles, al tener noticias del bárbaro asesinato de dos jóvenes israelíes de catorce años, el obispo de Roma volvía pedir oraciones por la paz en Oriente Medio, como lo hiciera el lunes pasado, en Quneitra, Siria, al tener noticia del muerte de una niña palestina de cuatro meses, víctima de una bomba en Gaza.
–¿Por qué no se escuchan los llamamientos a la paz del Papa?
–Igor Man: Oriente Medio no es un lugar como los demás. Es un lugar de sufrimiento enorme, de guerras ganadas y perdidas, de esperanzas quemadas. Allí se verifica una guerra diferente a las demás: renqueante, pero terrible. En Israel está el halcón, Ariel Sharon, que debería garantizar la seguridad auspiciada por sus ciudadanos. Pero, me pregunto, ¿trabaja por la seguridad quien ordena masacres y bombardea ciudades?
–Una pregunta que queda en el aire. La dureza de las represiones contra los palestinos, ¿acabarán suscitando en los mismo israelíes ese sentimiento de terror que Yitzhak Rabin había logrado cancelar?
–Igor Man: Sí, la violencia sólo trae violencia. El odio es un polen venenoso que da vueltas vertiginosamente desde hace demasiado tiempo en Palestina.
–Y nadie puede decir que está libre de culpas. Siria, que acusa a Israel de masacrar inocentes, olvida lo que su ejército hizo en 1982, cuando masacró a muchos israelíes inocentes… Se entiende así el que los llamamientos de Juan Pablo II no tengan respuesta.
–Igor Man: El Papa habla a las conciencias y, por tanto, haría falta saber quién en Oriente Medio está dispuesto a escuchar hoy reflexiones que afectan sobre todo a aspectos éticos. Sharon es un soldado, un gran soldado, y por tanto, apuesta sobre todo la guerra. Me parece, sin embargo, que en el corazón de Arafat, que es el corazón de un creyente, hay más sensibilidad hacia los llamamientos del Papa.
–Pero en Israel hay políticos capaces de acoger en profundidad las palabras de paz formuladas por el Papa.
–Igor Man: El año pasado, cuando Juan Pablo II, visitó en Tierra Santa el Memorial del Holocausto, fue tan espontáneo al demostrar su «pietas» que, en aquella ocasión, el primer ministro Ehud Barak se le acercó llorando y le dijo: «Que tú seas bendito en Israel». Pero todo eso pasa. Las divisiones poco a poco vuelven a emerger, los antiguos rencores reaparecen.
–La visita del Papa a la Mezquita de los Omeyas de Damasco ha sido otro ejemplo típico de las divisiones que se dan en Oriente Medio.
–Igor Man: Tocó el corazón de muchos, entre la población árabe. Nunca habían visto a un «hombre de Dios» que no fuera musulmán sumergirse tan profundamente en la oración dentro de una mezquita.
–Sin embargo, algunos sectores islámicos, en los que se mezcla religión y política, quedaron decepcionados por el hecho de que el Papa no condenó las violencias israelíes.
–Igor Man: Y al mismo tiempo alguno en Israel no pudo comprender por qué el pontífice no replicó a las invectivas contra Israel lanzadas por el presidente de Siria, en presencia del pontífice. El Papa escucha. Su tarea no consiste en hacer polémica. Dice lo que considera que es justo. No sigue las reglas clásicas de la diplomacia. Sabe que tiene una misión que debe cumplir y va adelante por su camino. Esta es la gran fuerza de este hombre.
–Esta misión se relaciona directamente con el objetivo principal del viaje, que pretendía seguir las huellas de san Pablo.
–Igor Man: Ahora, al final de su peregrinación, el Papa puede identificarse verdaderamente con el apóstol de los Gentiles. Como él, ha soportado el cansancio, el dolor, las enfermedades. Me viene a la mente la segunda carta a los Corintios. Creo que en aquellas palabras se encuentra en cierto sentido la imagen de este Papa peregrino.