JERUSALÉN, 15 mayo 2001 (ZENIT.org–FIDES).- La paz en Oriente Medio pasa por el final de la violencia de la guerrilla palestina y por el punto final de la colonización israelí en los territorios ocupados. Así lo asegura el franciscano israelí David Jaeger, experto en relaciones entre Israel y la Santa Sede.
En un artículo enviado por la agencia informativa de la Santa Sede, Fides, el padre Jaeger, uno de los protagonistas de los acuerdos que permitieron la apertura de relaciones entre el estado israelí y Roma recuerda el grito de paz que volvió a lanzar Juan Pablo II el 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, a romper «la inmoral cadena de provocaciones y represalias».
«En el cotidiano agravarse de la violencia recíproca entre israelíes y palestinos sólo hay dos iniciativas que podrían convertirse en posibles vías de salida –explica el franciscano–: la propuesta egipcio-jordana y la «Comisión Mitchell», nombrada por los Estados Unidos después de la última cumbre de Sharm-el-Sheik. Las dos cuentan con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, y establecen un nexo entre la suspensión de la guerrilla palestina y el cese de la colonización israelí».
«Ambas concuerdan en un punto: antes de reanudar las negociaciones para un acuerdo de paz definitivo, debe cesar la violencia actual o al menos reducirse sensiblemente», constata el sacerdote israelí.
De hecho, tanto el plan egipcio-jordano como el «Informe Mitchell» consideran que la violencia «no es sólo debida a la guerrilla palestina, sino también a la inexorable colonización de los territorios palestinos por parte de israelíes de extrema derecha».
«La colonización, promovida indistintamente por todos los gobiernos israelíes a partir de 1967 –aclara–, acaba minando las negociaciones israelo-palestinas. Mientras se espera que Israel y Palestina retomen las negociaciones, los territorios ocupados se van reduciendo cotidianamente con el avanzar de las construcciones y de las colonias israelíes, hasta el punto de que al final queda muy poco por negociar».
«Por esto –añade–, la comunidad internacional y una parte significativa de la opinión pública israelí concuerdan sobre la necesidad absoluta de hacer cesar juntas las actividades colonizadoras y las acciones violentas de los palestinos».
La prioridad: recuperar la humanidad
El franciscano considera que en estos momentos el conflicto ha degenerado hasta tocar niveles de deshumanización insoportables. Lo explica así, refiriéndose al apedreamiento de dos adolescentes israelíes el pasado 9 de mayo, en Cisjordania.
«Es el enésimo asesinato de niños y adolescentes de una y otra parte (son numerosos los palestinos asesinados el último mes) –recuerda–. Esta vez, sin embargo, las conciencias quedaron violentamente sacudidas ante la incalificable inhumanidad del asesinato. Los cráneos de los dos muchachos de 14 años fueron destrozados con piedras y sus cadáveres torturados, hasta el punto de que ni siquiera la prensa israelí tuvo valor para difundir las imágenes de la masacre. Actos de este tipo endurecen los ánimos y consiguen esfumar todos los esfuerzos de los mediadores internacionales, alejando a ambas naciones de la mesa de negociación».
«Para que las recomendaciones de la «Comisión Mitchell» y de Egipto y Jordania tengan efecto, se imponen gestos de clamorosa humanidad de una y otra parte –concluye el fraile franciscano–. Se imponen condenas sin reservas de los actos de crueldad gratuita y un compromiso incondicional para respetar la humanidad y la dignidad de una y otra parte y de sus ciudadanos, también en medio de un conflicto cruento como éste».