CIUDAD DEL VATICANO, 3 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha recordado la
importancia de «allanar el camino hacia la plena unidad entre los creyentes y Cristo» por medio de la oración, el estudio y la confrontación, en un mensaje enviado al VII Simposio Intercristiano, fechado en Castel Gandolfo el 10 de agosto, y dado a conocer hoy por la Sala de Prensa vaticana.
El encuentro se celebra del 2 al 4 de septiembre, en la ciudad italiana de Reggio Calabria, } organizado por el Instituto de Espiritualidad del Pontificio Ateneo «Antonianum» de Roma y por la Facultad teológica de la Universidad Aristóteles de Tesalónica (Grecia) sobre el tema: «Perspectivas soteriológicas en la tradición oriental y occidental».
En la apertura del Simposio, Mons. Eleuterio F. Fortino, subsecretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, leyó el mensaje que ha dirigido el Pontífice al cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo.
El Papa subraya «la importancia de esta iniciativa entre los dos institutos, uno católico y otro ortodoxo, que mantienen encuentros regulares para reflexionar sobre la común herencia cristiana, en la perspectiva de servir al hombre de nuestro tiempo y contribuir, con la oración, el estudio y la confrontación, a allanar lo más posible el camino hacia la plena unidad entre los creyentes y Cristo».
«Es por tanto, cuanto menos útil -indica el Santo Padre--, conocerse recíprocamente cada vez mejor para verificar convergencias y complementariedades en el campo teológico, y profundizar el diálogo sobre las cuestiones de interés común, dejándose guiar por la Sagrada Escritura y
la Tradición».
Juan Pablo II recuerda «con viva emoción» el encuentro que mantuvo, el pasado mes de mayo con su beatitud Christodoulos, arzobispo de Atenas y de toda Grecia. Cita la declaración conjunta de ambos: «Creemos firmemente que las relaciones entre los cristianos, en todas sus manifestaciones, deben estar caracterizadas por la honestidad, la prudencia y el conocimiento de los problemas».
En este sentido, pide al Señor que «guíe nuestros pasos en el camino de la Verdad y del Amor» y que «se multipliquen los momentos de diálogo y de reflexión fraterna entre los cristianos con el fin de llegar, cuanto antes, a aquella plena unidad por la que el Señor rezó en los últimos momentos de su vida terrena».
Señala también que «el tema elegido este año toca un punto esencial del anuncio evangélico: la redención operada por Cristo con su muerte y resurrección, redención del hombre creado para ser partícipe de la misma vida de Dios, como afirma, en una bien conocida expresión San Atanasio: "El Hijo de Dios se hizo hombre para hacerse Dios"» («De Incarnatione», 54).
«Dirigiendo la mirada al nuevo milenio, que se abre cargado de esperanza ante nosotros -se pregunta el Papa-- ¿cómo no recordar la providencial realidad del don inmenso de Dios que nos ha sido dado en Cristo, nuestro Redentor?».
Y cita su carta apostólica «Novo Millennio Ineunte», en la que afirma que hay que «respetar un principio esencial de la visión cristiana de la vida: el primado de la gracia».
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Sep 03, 2001 00:00