CIUDAD DEL VATICANO, 17 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II vuela a Kazajstán este próximo sábado, país situado no muy lejos de Afganistán, para demostrar que el diálogo entre culturas y religiones constituye un «desafío», pero al mismo tiempo una «oportunidad».

Así lo confirmó este lunes al recibir en la residencia pontificia de Castel Gandolfo las cartas credenciales del nuevo embajador de Astana ante el Vaticano, Nurlan Danenov.

Kazajstán, república ex soviética que alcanzó la independencia hace diez años, cuenta con casi 17 millones de habitantes, de los cuales el 53,4% son kazajos, el 30% rusos, y el resto ucranianos, alemanes, uzbekos, tártaros, polacos... El mosaico étnico es fruto de las deportaciones de tiempos de Josif Stalin.

Religiosamente, los musulmanes constituyen prácticamente la mitad de la población, mientras que los ortodoxos rusos son casi el 44% por ciento.

«Esta situación pluralista es un desafío y al mismo tiempo una oportunidad», constató el Santo Padre al encontrarse con el embajador Danenov, de 50 años de edad, ex diplomático de carrera en la Unión Soviética.

«Es un desafío», añadió, pues «en el pasado las diferencias entre las culturas se han revelado con frecuencia fuente de incomprensión entre pueblos, y también motivo de conflictos».

«Es necesario, por tanto, que cada grupo particular se imponga el respeto atento de los demás, esforzándose por conocerlos mejor, por superar eventuales tensiones», aseguró.

Pero la diversidad de etnias y culturas, según el Papa, es también una «oportunidad», «pues supone aprender a vivir en unión los unos con los otros, lo cual no implica una reducción a la uniformidad ni un reconocimiento forzado, ni una asimilación».

La clave de la convivencia, para el obispo de Roma, está en la «comunión», que «es en realidad la convergencia de una variedad multiforme, convirtiéndose así en signo de riqueza y promesa de desarrollo».

Antes de concluir, Juan Pablo II saludó la llegada en esta última década de la libertad religiosa a Kazajstán, que como reconoció, no sólo ha permitido el renacimiento de la Iglesia católica, sino que constituye una invitación «a las personas y a las comunidades religiosas a trabajar por el bien común, en el respeto de cada uno, en el marco de las leyes del país».

Juan Pablo II visitará Kazajstán, país asiático separado de Afganistán por Uzbequistán, del 22 al 25 de septiembre. Su viaje concluirá después por Armenia.

El Gran Mufti de Kazajstán ha pedido a los fieles islámicos que se preparen para recibir al «gran huésped». Varios líderes religiosos islámicos han invitado a los musulmanes a participar en la eucaristía que presidirá el Papa: «La misa es un gesto sagrado y nos hará bien también a nosotros».