LONDRES, 7 septiembre 2001 (ZENIT.org-Avvenire).- Las vías de Dios son misteriosas. Una mano misericordiosa cogió la vida de un niño de ocho años, curtido pronto en el sufrimiento tras el suicidio de su madre, y lo llamó a ser el sacerdote católico más renombrado en el Reino Unido, por haber guiado espiritualmente a la duquesa de Kent, prima de la reina Isabel y a políticos famosos, como los ministros conservadores Joh Gummer y Ann Widdecombe.

Michael Seed, huérfano, crecido en medio de las sesiones con un psiquiatra en un orfanato de Manchester, se hizo franciscano en Nueva York, ahora es responsable para el ecumenismo en el Arzobispado de Westminster.

El padre Seed no pasa inadvertido. Hace declaraciones que dan materia de primera página cuando, por ejemplo, dice que lord Jeffrey Archer, el político conservador y famoso escritor de novelas policiacas, en prisión por numerosos escándalos financieros con fondo sexual, debe ser
perdonado.

«¿Qué sabemos nosotros de lo que sucede dentro del corazón y la mente de otro ser humano?», dice con inocencia franciscana el sacerdote.

Esta misma postura de caridad la usa para los políticos de Wesminster, a pocos pasos de Clergy House, donde vive.

Los conoce a todos. Tony Blair, que todos los domingos va a misa a la catedral católica junto a su esposa. William Hague, ex líder del partido conservador, Margaret Thatcher y John Major, Kenneth Clarke que podría dentro de poco llevar a los conservadores dentro del euro.

El sacerdote de los poderosos celebra sus bautismos, matrimonios y funerales. A él se dirigen los conservadores anglicanos, que forman para de la Iglesia Alta, cuando quieren pasar a la comunidad católica.

«No todos son practicantes ­-dice el padre Seed--. De 660 parlamentarios, digamos que 100 van a la iglesia con regularidad. Pero todos tienen niveles muy altos de honestidad y deber cívico, y estos valores morales les acercan a la Iglesia católica». Y opina que Tony Blair está a un paso de la conversión, como opinan muchos.

«La democracia más antigua del mundo podría ser pronto liderada por católicos --opina--. Charles Kennedy, líder de los liberaldemocráticos, es católico y también Ian Duncan Smith, uno de los dos candidatos al liderazgo del partido conservador».

El cambio más importante en la historia de la Iglesia Católica de este país, lo ha dicho también el cardenal Murphy O´Connor en un profundo discurso pronunciado a los sacerdotes del país, ha sido la transformación de Iglesia de periferia en Iglesia de alto nivel, guía moral para la nación.

Aunque, como sus hermanas, sufre de crisis de vocaciones y caída de la práctica dominical, sigue atrayendo cada año a una media de entre cinco y seis mil nuevos miembros adultos. Fueron 5.026 en 1999, cristianos de otras confesiones o no, quienes se hicieron católicos con el rito de iniciación cristiana de adultos que lleva, tras un año, a formar parte de la Iglesia.

El padre Seed concuerda con quienes consideran que en los últimos diez años, las élites de este país se están haciendo católicas, ansiosas de certezas y de verdad, cansadas de la Iglesia liberal construida por Enrique VII en 1500 sobre el estado inglés, privada de la fuente originaria de autoridad y espiritualidad que reside en Roma.

«La Iglesia católica --dice-- afirma tener la verdad, no una de las verdades. Se trata de una toma de posición importante en el mundo de hoy; lo que buscan estos políticos importantes que se han cansado de verdades relativas».

Ahora bien, alerta ante todo fanatismo o fundamentalismo: «Comprender a Dios y sus caminos es difícil y para llegar al centro de una fe se requiere una vida entera».

Misteriosas las vías del Señor: «Cuando era niño ­-dice--, no quería vivir porque mi madre había muerto. Hoy tengo 44 años y pienso que he tenido verdaderamente suerte en llegar a este punto. Me siento muy sereno. La vida, en mi opinión, es sólo una preparación para la muerte. La parte más importante no ha llegado todavía».

México: La Iglesia no permanecerá pasiva ante la marginación indígena

CIUDAD DE MÉXICO, 7 septiembre 2001 (ZENIT.org).- En la celebración por la toma de posesión de monseñor José Luis Chávez Botello como nuevo Obispo de Tuxtla Gutiérrez, el nuncio apostólico en México, el arzobispo Giuseppe Bertello, afirmó esta semana que la Iglesia no se quedará más en silencio ni permanecerá pasiva ante la marginación de los pueblos indígenas de Latinoamérica.