Líderes cristianos y musulmanes ante el desafío de la convivencia

Encuentro de representantes de las dos religiones en Sarajevo

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SARAJEVO, 18 septiembre 2001 (ZENIT.org).- El cristianismo y el Islam son religiones de paz; no de guerra. Este es el mensaje final con el que concluyó el encuentro de representantes de las dos religiones firmado el 15 de septiembre pasado en esta ciudad.

El documento se convierte así en un llamamiento a «no justificar la violencia en nombre de las religiones».

El congreso «Cristianos y musulmanes en Europa: responsabilidad y compromiso religioso en la sociedad pluralista», fue organizado en la capital Bosnia el fin de semana pasado por el Comité conjunto «Islam en Europa», creado por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (que agrupa a los obispos católicos) y por el Consejo de las Iglesias de Europa (que reúne a ortodoxos, anglicanos, evangélicos, luteranos, etc.).

La iniciativa, que congregó a unos cien representantes religiosos, contó también con la colaboración del gran mufti de Moscú y de Sarajevo, así como de otros líderes religiosos e intelectuales musulmanes.

«Mantenemos un espíritu religioso que nos llevará a acciones valerosas en favor de la vida humana, de la libertad, de la religión, de la propiedad, de la dignidad y de la justicia», explica el mensaje conclusivo.

El pronunciamiento se extiende también más allá del continente y condena duramente los atentados de la semana pasada contra objetivos estadounidenses.

Los representantes de las dos religiones monoteístas piden promover «una clara conciencia de nuestra humanidad común, haciéndonos hermanos y hermanas, más allá de nuestro compromiso social y religioso».

Para ello proponen, ante todo, formar a los jóvenes «en el conocimiento y respeto de las otros credos y comunidades, a través de programas educativos, y a promover la educación religiosa en las escuelas públicas con cursos interreligiosos».

Luego animan a los líderes religiosos (sacerdotes, pastores, teólogos, representantes islámicos), así como a los laicos, a promover «el diálogo y el encuentro interreligioso a través de intercambios entre facultades y seminarios cristianos y musulmanes».

El documento concluye con la voluntad de «proseguir nuestros esfuerzos en el desarrollo de una conciencia de nuestros valores comunes».

En las últimas horas de trabajo del congreso, la confrontación fue intensa. En las asambleas plenarias se tocaron también puntos de fricción. En particular al afrontar el tema de la justificación de la violencia por parte de las Escrituras en las dos religiones. El tono fue fraterno.

La tarea común, dijo el primado de la Iglesia ortodoxa albanesa Anastasios, es la de ir contra la tendencia secularista. Para ello hace falta una armonía entre las religiones, y de éstas con los no creyentes, que puede basarse «en una sincera aceptación y respeto de las declaraciones de los derechos humanos».

«Aunque muchos musulmanes las pueden considerar demasiado occidentales, no por eso dejan de ofrecer una base para una ulterior discusión», afirmó el líder ortodoxo.

El musulmán Mehmet Aydin, profesor de la Universidad de Esmirna, señaló que el antitestimonio dado a veces por hombres de fe, «provoca desconfianza hacia la experiencia religiosa».

Se ha observado, añadió, que «cada vez que hay una amenaza de guerra, quienes deberían enseñar la coexistencia y la paz, a veces, se apresuran más bien a reavivar el fuego del conflicto en las casas de Dios. E incluso llegan a justificarlo con la religión».

Monseñor Aldo Giordano, secretario general del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, explicó que el diálogo entre las religiones debe salvar «nuestra identidad».

«No es un relativismo, sino un diálogo que nos enriquece y permite la convivencia», concluyó.

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ZENIT Staff

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