LONDRES, 23 septiembre 2001 (ZENIT.org).- El cardenal Cormac Murphy O´Connor arzobispo de Westminster, en un artículo escrito este sábado en «The Times», ha ilustrado los principios éticos que deben guiar la ofensiva antiterrorista y ha condenado duramente los «ataques a mezquitas y personas de apariencia árabe».
En el texto, que lleva por título, «Esta es la gente que nunca debemos olvidar al recurrir a las armas», reconoce que «el dolor que la gente de todo el mundo siente ante la trágica pérdida de tantas vidas inocentes», pero advierte que la justicia, si es auténtica, debe llevar también a la reconciliación.
Reconoce el primado de Inglaterra que hay que trabajar contra el terrorismo pero que «la respuesta debe basarse en la justicia y la ley antes que en la venganza».
«Los instrumentos de gobierno y derecho internacional, y especialmente las Naciones Unidas –explica–, deberían implicarse estrechamente en acordar la respuesta adecuada a esta atrocidad, de manera que toda la comunidad internacional no se divida».
«Desde un punto de vista cristiano –añade–, los recursos legales no deben reducirse a la consideración de la represalia y el castigo. Deben orientarse hacia los últimos fines de la justicia, la reconciliación y la curación».
«A la luz de este principio –aclara–, la acción militar debe ser el último recurso, cuando todas las otras medidas políticas, legales y diplomáticas han sido agotadas».
El cardenal recuerda los tres principios que deben ser tenidos en cuenta para justificar la guerra como último recursos.
«El primer principio es el de la proporcionalidad –aclara–. Este principio no tiene nada que ver con el «ojo por ojo». Más bien se refiere a si la respuesta logra la efectiva neutralización del mal o desencadena incluso males mayores. Es una condición clave hoy a la luz del poder destructivo del moderno armamento y el carácter elusivo de los grupos terroristas».
«El segundo principio se refiere a la distinción entre los culpables y los inocentes –sigue explicando–. Los autores inmediatos ya está muertos. La búsqueda crucial y esencial ahora es la de las personas o grupos que planearon y autorizaron los atentados y de otros grupos terroristas. Pero los civiles inocentes no deben estar en el objetivo por las acciones de gobiernos terroristas o
despóticos».
«Un tercer principio consiste en analizar si la acción militar logrará, de hecho, su propósito», ilustra Murphy O´Connor. «Una total y sostenida «guerra contra el terrorismo» corre el peligro de una interminable escalada y perpetuación del conflicto, y la multiplicación de los enemigos en las futuras generaciones».
El cardenal O´Connor recuerda que en Gran Bretaña hay muchas personas procedentes de las regiones donde tendrían lugar los ataques de los aliados occidentales.
«Ya ha habido ataques a mezquitas y personas de apariencia árabe –lamenta–. Es alentador el que muchos distinguidos líderes políticos y comentaristas hayan advertido que las represalias contra esta gente inocente son intolerables».
Por eso concluye: «Querría hacer un llamamiento a los cristianos a que permanezcan fieles al gran mandamiento de amor a Dios y al prójimo».