MADRID, 26 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la intervención del arzobispo John P. Foley en la inauguración del canal de televisión de Madrid «TMT», el pasado 24 de septiembre.

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Señor Cardenal.
Señores Obispos.
Distinguidos amigos todos.

Tengo conciencia de que estoy asistiendo a un acontecimiento de gran importancia. Por muchas razones.

El Santo Padre no pierde oportunidad para pedir que la Iglesia utilice los grandes medios de comunicación social al servicio del esfuerzo evangelizador: con entrega apostólica, con cristiana valentía, con profesionalidad. Esta es sin duda una respuesta.

Todo hace pensar que la Iglesia, en Madrid, sabe muy bien a donde va en este sentido. El Señor Cardenal ha sabido constituir un excelente equipo que conoce muy bien la comunicación social moderna y sabe utilizarla. Prensa, radio, informática... están siendo utilizados con garbo y eficacia, de modo que alcanzan ámbitos, condiciones y edades muy diversos, siempre al servicio del Evangelio y de acuerdo con la gran tradición de la iglesia española en este campo. Pienso en y rindo homenaje –junto a otras figuras señeras- a la memoria de Don Angel Herrera, Cardenal de la Iglesia, al que nuestra esperanza cristiana contempla camino de los altares.

Quedaba un último desafío al que responder: el de la televisión, esta gran oportunidad que se le está ofreciendo a la Iglesia en muchos lugares. Ustedes con TMT tienen, aquí en Madrid --capital que lo es también de la comunicación social en España-- la palabra, junto al deber moral de demostrar que el mensaje cristiano es un mensaje de alegría, profundamente humanizante, capaz de congregar en torno a sí y reflejar la sensibilidad del pueblo de Dios y de establecer un diálogo con la realidad social del país, dando de la Iglesia su verdadera imagen.

TMT y todos sus colaboradores tienen un último reto que afrontar. Se trata del deber de lograr lo que se proponen y constituirse en modelo de iniciativas análogas que vayan surgiendo. Un canal televisivo es un empeño nada fácil que exige medios, profesionalidad e imaginación. Pido al Señor y a su Santa Madre de la Almudena, que les conceda los mejores frutos y resultados de su esfuerzo; y no por razones materiales o de prestigio, sino para su mayor gloria y bien de los fieles y de la sociedad toda.

Muchas gracias.