CIUDAD DEL VATICANO, 16 octubre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II está convencido de que los atentados contra Estados Unidos del 11 de septiembre exigen un compromiso más exigente para acabar con el problema de la pobreza, y en particular del hambre.
Así lo afirmó este martes en un mensaje enviado a la FAO (Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), que fue leído en la sede mundial de esa institución, que se encuentra en Roma, al celebrar el Día mundial de la alimentación.
«Aquellos dramáticos acontecimientos nos exhortan a mirar con particular atención a la motivación más profunda del compromiso común por los pobres», afirma el pontífice en el mensaje que fue leído en la FAO por el arzobispo Agostino Marchetto, observador permanente de la Santa Sede ante el Fondo.
En el texto, dirigido al director general, Jacques Diouf, el obispo de Roma constata que «el problema del hambre, que afecta a más de ochocientos millones de personas, de los cuales 200 millones son niños, es uno de los más graves de nuestro tiempo».
Las palabras papales resonaron en el Aula plenaria de la FAO, llena de delegados y de personalidades de todo el mundo, al celebrar esta Jornada que en el año 2001 llevaba por lema: «Combatir el hambre para reducir la pobreza».
Citando este eslogan, el Papa pide el compromiso de todos los países para afrontar con decisión este desafío en la próxima Cumbre mundial de la alimentación, que a causa de los atentados y de las manifestaciones antiglobalización ha tenido que aplazarse al próximo año.
El pontífice, en su mensaje, alentó a los líderes de los países a comprometerse a reducir a la mitad el número de las personas que padecen hambre de aquí al año 2016, tal y como había establecido hace cinco años la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno sobre el hambre, que se celebró en Roma y en la que participó el mismo Papa.
La batalla contra el hambre no está perdida, afirmó por su parte el director general de la FAO, al tomar la palabra, a pesar de que esa institución ha fracasado en el objetivo fijado en 1996 de reducir en 20 millones al año el número de personas mal alimentadas.
Pobreza y hambre, según Diouf, son un círculo vicioso: el hambre es una de las causas principales de la pobreza y viceversa, pues «una nación hambrienta no puede crecer ni prosperar»
Durante las celebraciones del Día de la alimentación la reina Fabiola de Bélgica recibió la medalla «Ceres», que otorga la FAO a personas comprometidas concretamente en la lucha contra el hambre.