BRUSELAS, 26 octubre 2001 (ZENIT.org).- Bélgica ha decidido seguir los pasos de los Países Bajos en el polémico camino de la eutanasia. La Conferencia Episcopal ha calificado el proyecto de ley como «un retroceso para la civilización».
Este jueves, el Senado aprobó por 44 votos a favor (liberales, socialistas y verdes), 23 en contra
(socialcristianos) y dos abstenciones un proyecto de ley que determina reglas, procedimientos y condiciones a las que deberán atenerse los médicos para practicar la eutanasia sin incurrir en delito.
Antes del vía libre definitivo, la ley tendrá que ser aprobada por el Congreso de los Diputados que se expresará en los próximos meses.
La normativa aprobada está subdividida en 16 artículos. El medico deberá asegurarse de que el paciente sea mayor de edad (en Holanda el límite es de 16 años) y se encuentre en plenas facultades mentales.
La petición, en forma escrita, debe ser «voluntaria, reflexionada y reiterada» y no fruto de presiones externas. Compete también al médico verificar que la enfermedad sea incurable y provoque un «sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable».
La ley prescribe la consulta de otro médico independiente para valorar la gravedad de la patología. En el caso de que el decurso natural de la enfermedad no haga prever una muerte a breve plazo, deberá ser escuchado un tercer especialista.
Cada caso de eutanasia deberá ser notificado a una comisión federal de dieciséis miembros (profesores de derecho, abogados, expertos) que será la encargada de verificar si se han respetado todas las condiciones exigidas por la ley. En caso contrario, los expedientes serán enviados a la autoridad judicial.
En Bélgica, el debate sobre la eutanasia ha implicado a fondo a la sociedad civil, con un vivo enfrentamiento entre las partes a favor y en contra. En el frente político quien ha propiciado este cambio ha sido la coalición «arco iris» formada por los liberales, socialistas y verdes, en el Gobierno desde junio de 1999, tras 40 años de presencia ininterrumpida de los socialcristianos en el Ejecutivo.
En el Senado han sido votadas y rechazadas casi 150 enmiendas, sobre todo de la senadora democristiana Clothilde Nyssen. «Este texto –ha dicho la senadora– va demasiado lejos. A muchos médicos no les gusta porque el grado de discrecionalidad que se les da es demasiado amplio».
Pero a pesar de que cinco senadores de la mayoría han roto la disciplina de partido –tres con un voto contrario y dos con abstención–, la ley ha superado el primer obstáculo.
En un comunicado hecho público ya en julio pasado, la Conferencia Episcopal de Bélgica consideró esta ley como «una contradicción con el corazón mismo de una sociedad respetuosa de la vida humana y preocupada por las personas más vulnerables».
La Iglesia católica en Bélgica, como explica el texto, no propone abandonar a su suerte a enfermos con terribles sufrimientos. En este sentido, los obispos apoyan la recomendación del Consejo de Europa de junio de 1999 en la que se declara que toda la gama de tratamientos paliativos debe ser accesible a todos.
Al mismo tiempo, los prelados llaman a los ciudadanos belgas a una auténtica solidaridad con los enfermos, que no termina en los cuidados médicos, sino que implica también una solidaridad afectiva y efectiva con cada uno de ellos.