Mensaje del patriarca greco-melquita Gregorio III Laham al Sínodo

CIUDAD DEL VATICANO, 28 octubre 2001 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la carta de Su Beatitud Gregorio III Laham, patriarca de Antioquía de los greco-melquitas, que ha enviado a todos los participantes en el Sínodo de los obispos al concluir la asamblea.

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¡Amados hermanos en el Señor!

Ha sido para mí un gran placer encontraros, hermanos míos, en este Sínodo, conoceros, colaborar con vosotros, dialogar, oír noticias de las diversas iglesias locales, en suma, intercambiar puntos de vista con vosotros.

Nosotros los orientales somos un grupo especial en el Sínodo, como habréis seguramente notado en la vestimenta y tocado diferente, pero también en nuestro modo de pensar y en nuestras preocupaciones específicas. Habréis también notado que tenemos una cierta posición especial en el contexto de la Iglesia universal por lo que respecta al concepto de Iglesia, la eclesiología, el ecumenismo y las relaciones entre Oriente y Occidente.

Mi posición está en línea con la de mis predecesores. En este contexto, querría nombrar de modo especial a mi predecesor de beata memoria Maximos IV Saegh. Fue uno de los más grandes hombres en el Concilio Vaticano II, que allanó el camino para que también los cristianos latinos pudieran rezar en sus lenguas madre. Fue también él quien propuso la creación de conferencias episcopales y promovió la idea del Sínodo de los Obispos durante el Concilio, y contribuyó en modo determinante al inicio de la descentralización.

También mi predecesor de beata memoria Gregorio II fue uno de los grandes en el Concilio Vaticano I. Los dos han hablado siempre en el nombre de la gran ausente, de la Iglesia Ortodoxa. Y así es también hoy. También nosotros patriarcas y obispos orientales católicos, en especial modo los de rito bizantino, hemos conservado tenazmente y con coherencia la gran herencia de la ortodoxia y su sentido en el seno de la Iglesia latina.

Constato con gran satisfacción que también vosotros habéis descubierto estos aspectos. Pienso, sin embargo, que el sínodo puede ser sólo el inicio. Y por esto pongo el acento sobre el término «synodos» al inicio de esta carta: «syn-odos», el camino a emprender juntos en el tercer milenio.

La razón por la que deseo contactaros es sobre todo porque somos hermanos en el Señor. Estamos en comunión con vosotros en cuanto pastores de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, ya sea de tradición oriental u occidental.

Tengo interés, en segundo lugar, en daros algunos impulsos teológicos y eclesiológicos, quizá también bajo forma de documentos de la iglesia local para profundizar el diálogo intraeclesial, hoy irrenunciable.

Tercero, estamos siempre interesados en ser informados por vosotros sobre los fieles de nuestra iglesia emigrados y que se encuentran en vuestra diócesis, a fin de que podamos tomar medidas pastorales para mantener su tradición oriental y reconducirlos a esto. Con este tipo de ayuda por parte vuestra, quizá podemos mandar un sacerdote para estos fieles, el cual estará por ahora naturalmente bajo vuestra jurisdicción. En este contexto, se podría también pensar en la eventual constitución en el futuro de una unidad pastoral de las iglesias orientales o –si las circunstancias lo hacen necesario– en la creación de un exarcado o incluso una eparquía, como ha sucedido en algunos países.

Finalmente, quiero aseguraros que mis mejores auspicios os acompañan y que pienso siempre en vosotros en mi oración. Sea esto el inicio o el fortalecimiento de un contacto continuo «ad multos annos, eis polla età!».

En este espíritu, quiero también dejaros las diversas direcciones de nuestras casas e instituciones en Oriente, donde sois siempre bienvenidos, solos o con un grupo, en privado o como peregrinos.

Allí donde exista la posibilidad, os acogeremos con gusto. Pero también donde no tenemos posibilidades propias de acogeros, trataremos de organizar algo. Con gusto hacemos el esfuerzo para que un viaje a las raíces del cristianismo sea posible para vosotros.

El Santo Padre ha dicho que la Iglesia debe respirar de nuevo con sus dos pulmones, de aquí el significado y la importancia de nuestra misión, nosotros que estamos en plena comunión con la Iglesia de Roma, pero que al mismo tiempo hemos permanecido y permanecemos fieles al Oriente y a la ortodoxia.

El Santo Padre una vez acuñó una hermosa expresión: que las palabras de Occidente tienen necesidad de las palabras de Oriente para que el mundo pueda recibir el Verbo de Dios. El Occidente debe dar un paso hacia el Oriente porque se ha dicho: «ex oriente lux».

Nuestra misión consiste en aportar más madurez y de este modo allanar el camino a la plena unidad lentamente y con paciencia pero también con perseverancia a fin de que «estemos todo unidos para que el mundo crea» (Juan 17,21) y quiero añadir: para que el mundo tenga esperanza.

He aquí la lista de nuestras direcciones:

Tierra Santa:

Greek Catholic Patriarchate
P.O.B. 14130
Jaffa Gate
91141 Jerusalem
Tel.: 00972-2-6271968
Fax.: 00972-26286652

Egipto:

Patriarcato greco-cattolico
DaherStreet 16
11271 Kairo
Tel.: 0020-(0)2-5904697 / 5905790
Fax.: 0020-(0)2- 393946

Siria:

Patriarcat Grec Melkite Catholique
Bab-Charqi-Damaskus
P.O.B. 22249
Tel.: 00963-11-5433129 / 5433130 / 5433131
Fax.: 00963-11-5431266

Líbano:

Patriarcat Grec Melkite Catholique
Raboueh-Antelias
P.O.B. 70071 Antelias
Tel.: 00961-4-413111 / 417566
Fax.: 00961-4-525655
Email: gcp@pgc-lb.org

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ZENIT Staff

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