BRESCIA, 7 febrero 2002 (ZENIT.org).- ¿Es todavía posible el diálogo entre Islam y cristianismo? Este ha sido el tema afrontado por el obispo de Túnez, Fouad Twal, primer prelado árabe del Norte de Africa, en unas jornadas de estudio para agentes pastorales celebradas en Brescia, Italia.
«A veces requiere fatiga, sufrimiento, cruz… –reconocía este jueves en declaraciones al diario italiano Avvenire — Pero no nos rendimos. Para la Iglesia el diálogo es vocación. Y el testimonio más eficaz es nuestra vida».
Ahora bien, advierte el prelado, «no es verdad que el Islam sea irremediablemente cerrado, intangible, impenetrable. Yo me siento el pastor no sólo de mis veinte mil católicos, sino de los nueve millones de habitantes de Túnez. Casi todos musulmanes».
«Con el Islam no podemos estar ni al lado ni contra, sino juntos –considera monseñor Twal–. Tenemos que aprender a convivir con el Islam. Nosotros en una sociedad de mayoría musulmana y así como los cristianos de Europa o de otros países, donde aumenta la presencia de inmigrantes islámicos».
«Es el camino de la historia, son las dinámicas demográficas, económicas y políticas las que nos «imponen» la convivencia con el Islam –añade–. Pero el destino de esta convivencia no podemos confiarlo sólo a los políticos. Si el cristiano coge el Evangelio, encuentra las razones y el estilo de la relación. Si releemos la declaración conciliar «Nostra Aetate», vemos que la Iglesia mira también con gran estima al Islam».
En la práctica, monseñor Twal considera que el diálogo debe ser de vida: «Pienso en los seis mil
chicos musulmanes que van a nuestras escuelas católicas. Pienso en las iniciativas comunes en favor de los enfermos, los minusválidos, las familias en dificultad».
«La caridad es un terreno de encuentro fecundo –asegura–. Pero pienso también en la cultura: nuestra biblioteca diocesana está abierta a todos, también a los musulmanes. Entre los profesores islámicos aumenta el interés por el estudio del cristianismo directamente en las fuentes y en los libros cristianos. Y precisamente en Túnez la UNESCO ha fundado una facultad de religiones comparadas».
La presencia de la Iglesia en Túnez no es una cuestión de número. Monseñor Twal tiene clara su misión: «Nuestra presencia no es una simple lucha por la supervivencia. Es un misterio de salvación, de sufrimiento y de esperanza. Yo me siento ya ahora el pastor de nueve millones de tunecinos».
«Nosotros cristianos estamos allí para testimoniar el amor de Dios y apoyar a los musulmanes de buena voluntad que aprecian el diálogo y quieren la convivencia», subraya.
«Cuando entre los musulmanes encontramos fanáticos, violentos, deshonestos, debemos preguntarnos: ¿qué haría Jesús por ellos? Y nosotros cristianos ¿qué decimos?», pregunta.
«La fecundidad del diálogo dependerá de la conciencia de los cristianos de su identidad –concluye–. Esto vale tanto en Túnez como para Europa (con sus inmigrantes) o el resto del mundo».