CIUDAD DEL VATICANO, 12 febrero 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II presentó este lunes el diálogo nacional (que «excluye la violencia») y un serio examen de conciencia como condiciones indispensables para que Argentina supere la crisis actual, que en último término es moral, aseguró.
Al encontrarse con los obispos argentinos, que concluían su quinquenal visita «ad limina Aspostolorum» a la Sede de Pedro, el pontífice hizo un análisis de la coyuntura argentina con palabras de esperanza y, al mismo tiempo de realismo.
«Vuestro país atraviesa en estos momentos una profunda crisis social y económica que afecta a toda la sociedad y, además, pone en peligro la estabilidad democrática y la solidez de las instituciones públicas, con consecuencias que van más allá de las propias fronteras patrias», constató.
«En muchos hogares falta hasta lo más básico e indispensable, poniendo a tantas personas ante un futuro lleno de riesgos e incertidumbres», siguió explicando.
Examen de conciencia
Esta situación, aseguró el sucesor de Pedro, «debe llevar a un serio examen de conciencia sobre las responsabilidades de cada uno y las trágicas consecuencias del egoísmo insolidario, de las conductas corruptas que muchos denuncian, de la imprevisión y mala administración de los bienes de la nación».
Sumida en una recesión que dura ya cuatro años, Argentina sufrió violentos saqueos a comercios y protestas que obligaron a renunciar en diciembre a su entonces presidente, Fernando de la Rúa.
El país ha incumplido los pagos de su deuda pública y ha tenido que devaluar su moneda, el peso argentino, que había permanecido atado al dólar en paridad uno a uno durante una década.
Crisis moral
Según el Papa, «en la raíz de esa penosa situación hay una profunda crisis moral» y por ello, afirmó, el primer paso que deben dar los argentinos es el del «cultivo de los valores morales».
En especial, indicó, «la austeridad, el sentido de la equidad y de la justicia, la cultura del trabajo, el respeto de la ley y de la palabra dada».
El papel de la Iglesia
En la situación actual, el pontífice explicó que a la Iglesia no le corresponde indicar las recetas económicas que pueden servir para que Argentina salga de la crisis. Ahora bien, subrayó, «ello no impide que ofrezca su colaboración para favorecer un diálogo nacional entre todos los responsables a fin de que cada uno pueda cooperar activamente para la superación de la crisis».
La Iglesia católica en Argentina se ha convertido en garante, junto a las Naciones Unidas, del proceso de diálogo nacional lanzado por el presidente argentino Eduardo Duhalde el 14 de enero pasado en respuesta a la crisis.
En este proceso de diálogo, la Iglesia aporta el ámbito de debate y «sus buenos oficios», mientras que la ONU ofrece «asistencia técnica».
«El diálogo excluye la violencia en sus diversas expresiones –advirtió el obispo de Roma–, como son muertes y saqueos, y ayuda a construir un futuro más humano con la colaboración de todos, evitando de ese modo un radical empobrecimiento de la sociedad».
«Es oportuno recordar que la situación social no mejora tan sólo aplicando medidas técnicas –explicó–, sino también, y sobre todo, promoviendo reformas con una base humana y moral, que tengan presente una consideración ética de la persona, de la familia y de la sociedad».
Asistencia a los más necesitados
Mientras mejora la situación del país, el pontífice, que acaba de donar 100 mil dólares a Cáritas para alentar el compromiso a favor del país sudamericano, aplaudió la obra de ayuda de la Iglesia católica en el país. En particular, pidió a los católicos atender «a los jubilados, los desempleados, y a los que lo han perdido todo en las revueltas».