Evangelización y promoción humana: Desafíos de la Iglesia católica en Rusia

Doscientos sacerdotes trabajan en millones de kilómetros cuadrados

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ROMA, 12 febrero 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- La labor de la Iglesia católica en Rusia, con 1.300.000 bautizados –según los cálculos de la Santa Sede–, puede sintetizarse en dos palabras: evangelización y promoción humana.

En las dos diócesis de la Rusia europea, es particularmente intensa la actividad formativa y editorial, con la publicación de libros dirigidos al clero y a los laicos. Se está haciendo un esfuerzo extraordinario para completar la traducción del Misal en ruso y llevar adelante el proyecto de enciclopedia católica.

En las cuatro nuevas diócesis, creadas este lunes por Juan Pablo II, se han abierto 190 parroquias, superando las 150 que era el número máximo alcanzado en los primeros años del régimen soviético.

El 8 de septiembre de 2000 se convirtió en un día histórico para los católicos del país: en esa fecha tuvo lugar la solemne consagración de la catedral de Irkutsk (Siberia), sede del obispo Jerzy Mazur, verbita, misionero eficaz y decidido.

En la Rusia siberiana oriental, a las necesidades inmensas de formación se unen también las sociales de una diócesis de diez millones de kilómetros cuadrados, con 16 millones de habitantes, y 50.000 bautizados. La Iglesia local, por tanto, trata de responder a las necesidades sociales de una población que vive en la pobreza.

El obispo está tratando de poner en pie una pastoral que permita salir de la emergencia para formar un auténtico clero local. Es, en parte, la solución para superar los obstáculos de la ley que privilegia a la tradicional religión ortodoxa.

Mazur viaja incluso a Japón, Filipinas y Mongolia, a la búsqueda de misioneros que conozcan el chino para poder hablar a la población que desde aquella frontera entra en Rusia.

Los sacerdotes que trabajan en las cuatro diócesis rusas son poco más de 200, en gran mayoría extranjeros, con un predominio de polacos (que corresponde al origen de muchos católicos rusos).

Los católicos de origen alemán han disminuido bastante en estos años, habiendo disfrutado de la posibilidad de volver a la madre patria.

Muchos sacerdotes pertenecen a comunidades religiosas, entre ellas destacan por número y energía misionera salesianos, jesuitas, verbitas, Maryknoll, marianistas. Sin olvidar a los franciscanos que tienen doce religiosos empeñados en el «Proyecto Rusia», tanto en San Petersburgo como en Moscú y Novosibirsk.

Las religiosas están presentes en casi todas las parroquias. Hay también misioneros laicos de los movimientos eclesiales como Focolares, Neocatecumenales y Comunión y Liberación.

En 1993 se reabrió el seminario y desde 1995 se encuentra situado en su histórica sede de San Petersburgo. En Novosibirsk, funciona un pre-seminario bianual. Existe también un «College» de teología para laicos en Moscú, con filiales en San Petersburgo, Kaliningrado, Novosibirsk, Saratow y Orenburg.

La Iglesia cuenta con una publicación semanal y otras publicaciones menores, algunos grupos editoriales, una librería de las paulinas en el centro de Moscú, un centro televisivo de los jesuitas en Novosibirsk, y dos emisoras de radio en San Petersburgo y Moscú.

El trabajo pastoral de estos primeros años se ha concentrado en las dimensiones fundamentales de la vida de la Iglesia: la liturgia y la catequesis.

Distribuida en todo el territorio existe una buena red de estructuras de Cáritas. La asistencia tiene una notable valoración entre la población y distingue el trabajo de los católicos respecto a las otras confesiones, incluidas las sectas protestantes que están entrando cada vez más.

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ZENIT Staff

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