CIUDAD DEL VATICANO, 13 febrero 2002 (ZENIT.org).- En una sociedad dominada por la compraventa, Juan Pablo II pidió este Miércoles de Ceniza redescubrir el valor de la gratuidad durante la audiencia general.
«La sociedad actual tiene necesidad profunda de redescubrir el valor de la gratuidad, especialmente porque en nuestro mundo parece triunfar con frecuencia una lógica caracterizada exclusivamente por la búsqueda del lucro y de la ganancia a cualquier costo», afirmó el pontífice.
El Santo Padre quiso consagrar su semanal encuentro con varios miles de peregrinos, celebrado en la sala de audiencias generales del Vaticano, a reflexionar sobre la Cuaresma que en ese día comenzaba, período de 40 días que culminará con la Pascua (este año se celebra el 31 de marzo).
«Ante la sensación difundida de que toda opción y gesto están dominados por la lógica de la compraventa del mercado y del triunfo de la ley de la mayor ganancia posible –explicó–, la fe cristiana replantea el ideal de la gratuidad, fundado en la libertad consciente de las personas, animadas por un amor auténtico».
Este amor, explicó, no es más que la respuesta a la generosidad gratuita de Dios, «quien nos ha creado para la felicidad y orienta todo hacia el auténtico bien».
«La Cuaresma –aseguró recordando el Mensaje que con este motivo ha escrito este año– es «una ocasión providencial de conversión», pues «nos ayuda a contemplar este estupendo misterio de amor» a la luz del cual Jesús advierte: «Gratis lo recibisteis; dadlo gratis»».
De este modo estos días de oración y penitencia, explicó, se convierten en «un retorno a las raíces de la fe, porque meditando en el don de la gracia inconmensurable de la Redención, nos damos cuenta de que todo se nos ha dado por amorosa iniciativa divina»
«Ese Dios –subrayó–, que en su inmenso amor nos ha creado, y que por amor nos ha destinado a la comunión plena con él, espera de nosotros una respuesta generosa, libre y consciente».
«La limosna y los gestos de caridad, que se nos invita a realizar particularmente en este período penitencial –preguntó–, ¿no constituyen quizá una respuesta a la gratuidad de la gracia divina?». Y respondió: «Si hemos recibido gratis, gratis debemos dar».