PARÍS, 19 febrero 2002 (ZENIT.org–Avvenire).- No se puede comprender Europa sin el cristianismo, afirma Jacques Le Goff, uno de los mayores historiadores en vida.
Le Goff (Toulon, 1924), durante muchos años director de investigaciones de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de Paris, es autor de algunas de las obras más significativas de la historia medieval europea, como el «Diccionario razonado del Occidente Medieval» («Dictionnaire raisonné de l´ Occident Médiéval»), 1999.
El próximo 1 de marzo tendrá lugar la sesión de apertura de la «Convención» europea, que durante un año debería convertirse en el foro de discusión (abierto también a la sociedad civil) del que surja tras un año de trabajo el nuevo proyecto de integración continental.
Las comunidades de creyentes si bien no han sido excluidas, tampoco han sido por el momento invitadas explícitamente.
–Para vivir bajo el mismo techo hace falta compartir muchas cosas. ¿Cuáles son las características que unen a los países europeos?
–Jacques Le Goff: El cristianismo es el principal fundamento ideológico de Europa. Ciertamente ha habido otros elementos que han contribuido a la creación de la idea europea y que a menudo el cristianismo ha hecho suyos. Pienso en el pensamiento griego, en especial en el espíritu crítico, la importancia atribuida a la ética, a la democracia. Pienso en el derecho romano, que es uno de los elementos fundadores de Europa. Lamentablemente el cristianismo no pudo superar las divisiones ya existentes dentro del imperio romano y en especial entre Este y Oeste: las diferencias de lengua y luego de gobierno se acentuaron con el traslado de la capital a Constantinopla, y la división entre cristianismo latino y cristianismo greco-ortodoxo no hizo más que subrayarla. Y este es uno de los problemas actuales: para hacer Europa es necesario que esta oposición sea finalmente superada.
–¿Qué piensa de la aspiración de Turquía a formar parte de la comunidad europea?
–Jacques Le Goff: No tengo dudas: Turquía no forma parte de Europa. Lo único que tiene en común con los países europeos es su pertenencia a la OTAN, que no se identifica con Europa, sino con Estados Unidos. No basta: se trata de un país todavía extremamente lejano de las condiciones que están en la base de una democracia, tanto dentro, donde la justicia se debe fundar en un Estado de Derecho, como respecto a las otras etnias que viven en territorio turco; en especial los kurdos. Ahora la democracia es uno de los elementos en torno al que se construye Europa. Deben cambiar muchas cosas antes de suscitar tan sólo la cuestión del ingreso de Turquía en Europa.
–¿Cuál es el derecho sobre el que se apoyan las naciones que forman parte de Europa? </b>
–Jacques Le Goff: Europa empieza a aparecer en el siglo IV, con la fusión entre los pueblos del Imperio y los pueblos bárbaros, gracias al cristianismo. La estructura jurídica se fundó sobre el Derecho romano, el derecho consuetudinario. El Derecho Canónico tuvo también en la Edad Media una importancia fundamental.
El hecho de que la Iglesia se haya reservado la jurisdicción en ciertos sectores, como el del matrimonio, ha representado en un cierto periodo un innegable elemento de progreso. Un ejemplo: en 1215, el IV Concilio de Letrán exige el consentimiento de la mujer para que el matrimonio sea válido: un elemento que favoreció indudablemente la dignidad femenina y estableció una «casi» paridad entre hombre y mujer.
También en la relación con el dinero Europa posee una «personalidad», que le viene justamente de la Iglesia, la cual se ha reservado siempre el derecho de jurisdicción y de juicio sobre los tratados comerciales como los préstamos a interés. Pienso que esta es la razón por la que todavía hoy en Europa existe un capitalismo diverso del estadounidense, que tiene particularmente en cuenta preocupaciones de orden ético y moral. Una vez el ex presidente François Mitterrand declaró que su desconfianza ante el capitalismo se debía probablemente a su formación católica.
–A pesar de los esfuerzos de los padres fundadores de la nueva Europa, políticos cristianos como Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi, Robert Schumann, hoy prevalece un ideal de democracia laica.
–Jacques Le Goff: Es verdad. Europa debe hacer compatibles y hacer funcionar sus diversas herencias, en especial la cristiana y la laica, que le viene un poco del Renacimiento y en gran parte de la Ilustración. Europa ha podido progresar en el campo económico, científico y técnico así como en el moral y político porque la Iglesia ha dejado espacio a la laicidad.
«Dad a César lo que es de César»: es el más bello regalo que Cristo ha hecho a los cristianos. Veamos bien lo que sucede en los países teocráticos en los que no existe separación entre Estado e Iglesia. Hace falta que exista libertad para ambos. En Europa hemos conocido conflictos y dificultades pero al final hemos llegado a un sistema que funciona; y este es el elemento principal de su éxito.
–¿La Europa de mañana deberá ser una federación de Estados o una gran comunidad en la que todas las exigencias regionales se puedan expresar?
–Jacques Le Goff: Se trata de un problema grave de organización del espacio. Europa tiene una gran fortuna: tiene a disposición medios demográficos y económicos notables en un espacio relativamente reducido, pero bien situado, dotado de gran diversidad geográfica que ha permitido el desarrollo de una gran diversidad cultural: un caso único en el mundo que debe ser bien conservado.
La uniformidad no puede ser un ideal. Lamentablemente la Comisión de Bruselas ha pecado a menudo justamente en este sentido. Ya en el siglo XIII Salimbene de Parma observa en su Crónica que los conventos dominicos se dividían entre conventos de la cerveza y conventos del vino. Se trata de diversidades culturales que hay que respetar.
No comprendo por qué algunos oponen las naciones a Europa. En realidad no son para nada antagonistas, pues de hecho han nacido juntas. Por esto pienso que las naciones son la base más sólida y absolutamente necesaria para la creación de la unidad europea.
Naturalmente hace falta que sean naciones abiertas, diría privadas de nacionalismo y dispuestas delegar una parte de su soberanía.
–Hemos comenzado a hacer Europa partiendo del dinero. Los sondeos dicen que los ciudadanos están contentos pero desilusionados por el hecho de que el euro pierde valor respecto al dólar. ¿Qué piensa?
–Jacques Le Goff: En la historia, un cierto número de proyectos interesantes y generadores de progreso han fracasado porque no han encontrado el apoyo financiero necesario. Que se haya partido de la base económica me parece que da confianza. Si la economía medieval no funcionó muy bien, si el capitalismo con sus lados positivos se impuso muy tarde se debe al hecho que el mundo medieval no supo darse un instrumento monetario adecuado. Todos batían moneda y también las más importantes como el florín de Florencia y el ducado de Venecia tenían una circulación bastante limitada. En resumen, a la economía medieval le faltó el euro. Las bolsas, que expresan los juicios financieros sobre nuestra moneda, se inspiran en un modelo ultraliberal y estadounidense. Por esto el curso el euro baja respecto al dólar.
–¿Qué se puede hacer?
–Jacques Le Goff: Son los ciudadanos europeos los que deben armarse de valor e imponer su modelo cultural, social y económico: que prevé entre otras cosas el respeto a las conquistas sociales. La Iglesia, que ha pedido perdón por los muchos errores del pasado, se ha mostrado a menudo indiferente a los intereses de los trabajadores. Sin necesidad de ir a Porto Alegre (Forum Social Mundial), hoy deberí
a mostrar su valor y hacer sentir su voz; convertirse en otro centro de progreso social. Sería capital para Europa y representaría un proyecto formidable.