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Los Obispos de Colombia nos hemos encontrado en la Sede de la Conferencia Episcopal para celebrar un Seminario-Taller cuyo tema ha sido: «La Colombia que queremos».
En medio de nuestros trabajos tuvimos la oportunidad de escuchar la alocución del señor presidente de la República en la noche de ayer en la cual comunicó al País la decisión de «no continuar el proceso de paz» con las FARC y de dar por cancelada la «zona de distensión a partir de la media noche de hoy».
Ante este hecho histórico de tanta importancia para Colombia hemos compartido algunas reflexiones que ahora entregamos a nuestros muy queridos hermanos y compatriotas.
1. Ante todo comprendemos bien que nuestra responsabilidad pastoral es particularmente importante en este momento complejo. Convocamos a todos los colombianos a intensificar la oración por la justicia y la paz. El Señor Jesús nos abre la puerta: «Pedid y recibiréis…». Es grande el poder de la oración y ella está al alcance de todos los colombianos.
Renovamos nuestro compromiso que se manifiesta en las siguientes expresiones de nuestro quehacer evangelizador:
1.1. Queremos continuar brindando a todos los colombianos, sin excepción alguna, nuestros servicios de acogida y acompañamiento. Comprendemos que todos necesitan un acercamiento al Señor Jesucristo, para sentir su llamado a la conversión, a la reconciliación, a la unidad y a la solidaridad.
1.2. Queremos mantener viva la esperanza en el corazón de todos. El Señor Jesús, Señor de la vida y de la historia camina con nosotros. En cada colombiano hay capacidad de construir siempre algo nuevo.
1.3. Queremos despertar el sentido de pertenencia en aquellos que forman parte de esta Patria. La recuperación de la paz, el logro de la justicia, la superación de la pobreza y la exclusión es responsabilidad de todos. Cada colombiano debe contribuir con sus ideas y actuaciones a la defensa de la vida de cada persona y de los bienes que conforman nuestro patrimonio común. Estas consideraciones son especialmente importantes en el período pre-electoral que ahora vivimos. Candidatos y electores hemos de mirar en la misma dirección: lo que necesita el País para que los Derechos de todos sea una realidad.
1.4. Comprendemos que somos ministros de misericordia y consuelo, de manera muy especial, para las víctimas de la violencia que, con muchas expresiones, se padece ahora en nuestro territorio. A las víctimas del secuestro, de los desplazamientos forzados, a los familiares de las víctimas de masacres, a quienes han sido violentamente privados de sus propiedades, les ofrecemos el testimonio de nuestra cercanía y el apoyo de nuestra oración.
1.5. Desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia procuramos trabajar en tareas prioritarias para que Colombia tenga la paz y se encamine por las vías de un progreso auténtico. Las prioridades señaladas tantas veces en el Magisterio del Santo Padre, acogidas en nuestros planes de pastoral, continúan alimentando nuestras labores, especialmente con los más necesitados.
2. Respetamos y apoyamos la decisión del Señor Presidente. En un Estado de Derecho como el nuestro, es necesario cerrar filas para defender nuestras legítimas autoridades y apoyar las instituciones que aseguran la vida y honra de los colombianos.
3. En el ambiente de Cuaresma, cuando se nos invita a cambiar nuestra manera de pensar para renovar nuestra manera de vivir, escuchamos la Palabra de Dios que nos invita a «dejarnos reconciliar con Dios» (2 Co 5, 20). La paz de nuestras personas, familias y comunidades exige nuestra conversión personal. Empezando por un serio examen de conciencia, nos dedicaremos a la reflexión, el trabajo y la oración para que la paz "don de Dios y tarea nuestra», se edifique en Colombia.
4. Sigue firme en nosotros la convicción de que el diálogo y la negociación son los caminos para llegar a superar los conflictos y establecer una cultura de paz. Estamos atentos al desarrollo de los acontecimientos y ofrecemos nuestros servicios para acompañar las nuevas iniciativas que puedan considerarse útiles en este momento o en el próximo futuro.
5. Hacemos un llamado a los colombianos que militan en las FARC y en los otros grupos violentos. Con amor a la Patria y escuchando la voz de Dios, hay siempre tiempo para tomar decisiones y cambiar rumbos a fin de llegar a construir el País que todos queremos y al que tienen derecho todos nuestros compatriotas.
Damos gracias al Señor Jesucristo que nos ha permitido estar reunidos para analizar este momento histórico y por permitirnos discernir juntos lo que consideramos ha de ser nuestra respuesta de pastores a las realidades presentes.
Oramos a Nuestra Señora, la Reina de la Paz para que camine con nosotros en este momento.
Bogotá, D.C., 21 de febrero de 2002
Alberto Giraldo Jaramillo, arzobispo de Medellín
y presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana».