ROMA, 5 marzo 2002 (ZENIT.org–Avvenire).- «Nos comprometemos…» es la frase repetida diez veces en el «Decálogo de Asís por la paz» que este lunes envió Juan Pablo II a todos los jefes de Estado y de Gobierno.
Andrea Riccardi, historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio [http://www.santegidio.org ], personaje clave en estas Jornadas de Oración, lo interpreta como «un mensaje refinado en los contenidos pero popular en el impacto, como populares han sido las imágenes de las reuniones de Asís por la paz en 1986, 1994 y al de hace un mes».
–¿Qué significado atribuye a este decálogo?
–Andrea Riccardi: El primer encuentro de Asís, en octubre de 1986, estaba ligado a la gran esperanza de paz que salía de las ruinas de la guerra fría, un entusiasmo que superó las perplejidades suscitadas por aquél inédito encuentro de religiones. Esta vez la reunión de Asís cae en un mundo desorientado y desilusionado, al que le cuesta trabajo entrever su futuro, envuelto como está en una nube de violencia. En este escenario, sin duda más difícil, la iniciativa por la paz con los diez compromisos invita a mirar no ya, como en el 86, sólo un mundo sin guerras sino a una esperanza compartida.
–Esperanza, de acuerdo, pero ¿de qué, siendo realistas?
–Andrea Riccardi: De una convivencia en el nombre de la religión, itinerario de paz y no ya pretexto de guerra. Del Decálogo de Asís impresiona el hecho de que la paz se ha convertido en un compromiso común, mucho más allá por tanto del llamamiento a la superación de las contraposición bélica. Además, con el encuentro de hace un mes, el Papa ha mostrado que las religiones pieden cooperar eficazmente por una gran causa sin que esto comporte confusiones o contrastes, sin renunciar a la propia identidad o a las perspectivas específicas de cada una. Por esto digo que el mensaje de Asís 2002 es al mismo tiempo cultural y religiosamente refinado pero también aceptable a nivel de base.
–¿Los jefes de Estado comprenderán las palabras del Decálogo de Asís?
–Andrea Riccardi: Está todo en las manos y en el corazón de quien estaba en Asís y ha hecho proprio cada compromiso. Si se advierte la responsabilidad personal de difundir estas palabras entonces la siembra continuará en las respectivas comunidades religiosas, y será una obra de testimonio hacia las comunidades de los creyentes. El decálogo nos dice que el espíritu de Asís puede recorrer el mundo.
–La simple contabilidad de las víctimas en Medio Oriente, en los últimos tres días, por dar un ejemplo, podría desanimar incluso a los más esperanzados…
–Andrea Riccardi: Comprendo el escpeticismo. Pero tenemos necesidad también de esperanza. Y un texto como este que tenemos en las manos hoy interpreta justamente la extraordinaria espectativa de palabras de paz para esperar.