El regalo más grande del Papa a México: la canonización de Juan Diego

Habla el cardenal Norberto Rivera Carrera, primado de México

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CIUDAD DE MÉXICO, 6 marzo 2002 (ZENIT.orgFides).- El próximo 30 de julio el Santo Padre Juan Pablo II proclamará santo al indio Juan Diego (1474-1548), «el mensajero» de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, acaecidas en el siglo XVI, el mayor regalo de este Papa a México, según el cardenal primado del país.

El cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo de Ciudad de México, recuerda en esta entrevista que «el Papa Juan Pablo II, no sin inspiración divina, comenzó su pontificado a los pies de Santa María de Guadalupe» (primer viaje apostólico, en 1979) y que, en su quinta visita pastoral a México, llevará el don tan esperado por todos los guadalupanos.

Se prevé que en ese día unos cinco millones de personas se congregarán en la gran explanada de la catedral de Ecatepec, a 20 kilómetros de la Ciudad de México.

–¿Qué significa para el pueblo mexicano la canonización de Juan Diego?

–Cardenal Rivera: Para la mayoría de la gente es verdad que Juan Diego ya es santo. Ahora bien, el que la máxima autoridad de la Iglesia lo proclame es algo de gran importancia, sobre todo en este momento. Históricamente, el Evangelio nos llegó por Santa María de Guadalupe y el portavoz fue Juan Diego, que dedicó los primeros años tras las apariciones a proclamar lo que había visto y oído. Es muy importante para el mismo proyecto evangelizador de América que esto sea reconocido.

–Y Usted, personalmente, ¿como recibió esta noticia?

–Cardenal Rivera: Yo estoy muy contento, porque se han clarificado muchas cosas que hasta ahora estaban todavía oscuras o eran parte de la fe de los creyentes. Ahora, los nuevos documentos han demostrado no sólo la existencia de Juan Diego, sino también su fama de santidad. Y todo esto es una gran satisfacción para mí porque tras la beatificación hemos alcanzado un mayor conocimiento de la historia. Después vendrá otro personaje importante, al cual el pueblo ya reconoce la santidad y quiere que también la Iglesia la reconozca. Me refiero a Fray Juan de Zumárraga, que supo acoger este acontecimiento.

–¿Es posible dudar todavía de la existencia de Juan Diego?

–Cardenal Rivera: Nadie en su sano juicio puede poner en duda la existencia de Juan Diego porque son muchísimos los datos que confluyen para llegar a esta afirmación histórica. Uno de ellos es la investigación jurídica conducida desde 1666 con personas que conocieron o fueron contemporáneos de Juan Diego y que hablan no sólo de su existencia, sino también de su fama de santidad. Otro elemento decisivo es el último gran descubrimiento: el original del códice «Escalada», del que hasta ahora teníamos solamente una copia

N.B.: El escrito lleva el nombre del jesuita español que recuperó una especie de Acta de Defunción de Juan Diego firmada por el indio Antonio Valeriano, autor de la célebre narración de las apariciones conocida como «Nican Mopohua», y por el franciscano Bernardino de Sahagún.

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ZENIT Staff

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