PEKIN, 7 marzo 2002 (ZENIT.org).- El primer ministro Zhu Rongji pidió este martes mayor control de la religión en China, subrayando su determinación de sofocar los grupos no controlados por el Partido Comunista.
El primer ministro recordó los principios de «autonomía e independencia» de las organizaciones religiosas y pidió un «refuerzo de la construcción del contingente patriótico religioso», en otras palabras, un mayor control del Partido Comunista sobre las organizaciones religiosas.
En China, la Asociación Católica Patriótica es una especie de Iglesia controlada por el Partido. Los cerca de seis millones de católicos que se mantienen fieles al Papa son perseguidos, con intensidad variante según las regiones.
Zhu también defendió la represión actual contra grupos religiosos como Falun Gong, calificado de secta por el gobierno en 1999 después que miles de seguidores organizaran una protesta masiva en Pekín.
«Debemos seguir combatiendo Falun Gong y otras sectas», dijo Zhu a una reunión de 3.000 legisladores en la sesión anual de dos semanas del Congreso Nacional del Pueblo, el Parlamento chino.
«Debemos implementar la política del Partido sobre libertad de creencia religiosa y reforzar la gestión de los asuntos religiosos según la ley», dijo.
Diplomáticos de Pekín explicaron que los comentarios de Zhu sirvieron para reiterar la política de favorecer la libertad de los grupos religiosos bajo el directo control del Partido Comunista, mientras que se reprimirá a los considerados peligrosos para el control del Partido.
«Los comentarios dicen básicamente que China eliminará a los grupos que no le gustan», explicó un diplomático occidental a las agencias de prensa internacionales.
China ha consagrado la libertad de religión en su constitución pero prohibe la actividad religiosa fuera de los grupos respaldados por el Estado.
Millones de personas pertenecen a comunidades religiosas subterráneas, grupos de oración no reconocidos, entre los que además de los cristianos se encuentran también los budistas tibetanos leales al Dalai Lama, que huyó en 1959 iniciando un gobierno en el exilio en India.
China, que rompió los lazos con la Santa Sede en los años cincuenta, ha cerrado decenas de iglesias subterráneas en los últimos años y encarcelado obispos, sacerdotes y monjas.
La atención por la libertad religiosa volvió a hacerse candente tras la visita del presidente de EE.UU. George W, Bush, a China el mes pasado.