Estudios poco serios para apoyar la adopción de homosexuales

La prensa los recoge acríticamente

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PARÍS, 9 marzo 2002 (ZENIT.org).- El debate sobre la adopción de niños por parte de parejas homosexuales está en el candelero. El 26 de febrero pasado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo sentenció que prohibir la adopción de niños a los homosexuales no es una violación de la Convención Europea de Derechos Humanos.

La corte por cuatro votos a favor y tres en contra dictaminó que ni el artículo 14 de la Convención, que prohíbe la discriminación, ni el artículo 8, que defiende el derecho al respeto para la vida privada y familiar, habían sido violados, afirmó el secretario de la corte en un comunicado de prensa.

El caso tenía que ver con Philippe Fretté, un ciudadano francés de París. En mayo de 1993, el departamento de servicios sociales, juventud y sanidad de París rechazó su petición de autorización para adoptar un niño.

En su sentencia el Tribunal Europeo hacía notar que las decisiones que rechazan la autorización persiguen un fin legítimo, es decir, la protección de la salud y los derechos de los niños. Los jueces también observan que la comunidad científica está dividida sobre las posibles consecuencias que acarrea el ser educado por uno o más padres homosexuales y sólo se ha publicado hasta la fecha un número limitado de estudios sobre la materia.

En los Estados Unidos, la American Academy of Pediatrics declaró que los padres del mismo sexo podrían proveer los elementos que necesitan los niños para crecer, informaba Associated Press el 4 de febrero.

El plan adoptado por esta Academia se refiere en particular a la obtención del derecho a la paternidad por parte del segundo miembro de una pareja homosexual, cuando su compañero ya tiene niños. Estas situaciones son conocidas normalmente como «adopción del segundo padre». Pero también se pueden aplicar a las parejas homosexuales que quieren adoptar juntos un niño, afirmaba el Dr. Joseph Hagan Jr., jefe del comité que ha redactado el plan.

El anuncio ha levantado fuertes críticas por parte de grupos cristianos. El reverendo Louis Sheldon, jefe de la Traditional Values Coalition, un lobby cristiano, calificó el plan como irresponsable y como “un mal servicio a la medicina”.

Added Ken Connor, presidente del Family Research Council, en un comunicado de prensa del 4 de febrero, añadía: “Existen abundantes investigaciones que demuestran que a los niños les va mejor cuando crecen con una madre y un padre que se han unido el uno al otro en matrimonio”.

Tres estados de Estados Unidos han prohibido ahora «las adopciones del segundo padre», mientras que siete estados y Washington, las permiten por ley o por dictamen judicial, informaba el New York Times del 4 de febrero.

Algunos sí, otros no
Grupos activistas han tenido cierto éxito a la hora de lograr que se permita la adopción por parejas homosexuales. El pasado octubre, el gobernador de California, Gray Davis, firmó una ley otorgando una serie de derechos a las parejas del mismo sexo que estuvieran registradas, entre ellos la posibilidad de adoptar los hijos de un miembro de la pareja.

En Sudáfrica, el pasado año, la Corte Suprema ordenó cambios en la ley para permitir que las parejas homosexuales adoptaran niños, informaba la BBC el 28 de septiembre.
Y en la provincia canadiense de Quebec, el ministro de justicia Paul Bégin ha recomendado que las parejas del mismo sexo deberían recibir los mismos derechos como padres y la misma consideración que las parejas heterosexuales a la hora de adoptar, informaba el National Post el 22 de febrero.

El ministro provincial hizo estas recomendaciones en el último día de discusión parlamentaria sobre una ley para instituir las uniones civiles del mismo sexo. Bégin afirmó que quería introducir la versión final del proyecto de ley tan pronto como la Asamblea Nacional reanudara sus sesiones a mediados de marzo y darle fuerza de ley al final de las sesiones de junio. La Columbia británica canadiense permitió la adopción por homosexuales ya en 1996, según el National Post.

En Suecia, se ha presentado también una propuesta para permitir la adopción por parejas del mismo sexo. Según Los Angeles Times del 24 de febrero, los legisladores están debatiendo ahora un proyecto de ley que daría a estas parejas el derecho a adoptar niños, tanto en Suecia como en el extranjero. Se espera que el parlamento apruebe la medida cuando se vote en junio.

Los que se oponen a las adopciones por parejas homosexuales han logrado también un par de éxitos en Estados Unidos. Los nueve miembros de la Corte Suprema de Alabama concedieron la custodia al padre de tres hijos, en vez de a la madre, lesbiana, que ahora vive con su pareja, informaba Associated Press el 15 de febrero. En Florida, un juez federal confirmó la prohibición estatal a la adopción por parte de los homosexuales, informaba el Washington Post el 31 de agosto. La decisión tomada por el juez de distrito, James Lawrence King, ha sido la primera sentencia de una corte federal sobre el tema y confirma la prohibición de 1977 que automáticamente niega a un homosexual la posibilidad de adoptar.

Una prueba que no existe
Dos publicaciones recientes han examinado las condiciones de los niños educados por dos homosexuales. Una es «Sin fundamento: Lo que los estudios no nos dicen sobre los padres del mismo sexo» (“No Basis: What the Studies Don’t Tell Us About Same-Sex Parenting”), publicada por el Marriage Law Project and the Ethics and Public Policy Center en enero del 2001.

Los autores, Robert Lerner y Althea Nagai, expertos en el campo del análisis cuantitativo, han evaluado 49 estudios sobre paternidad homosexual. Estos estudios han sido usados con frecuencia para “probar” que un niño no queda afectado negativamente cuando es educado por dos homosexuales.

En resumidas cuentas, el libro que “los estudios sobre los que se basan estas conclusiones son todos gravemente deficientes”.

El estudio muestra cómo los 49 estudios tiene al menos una deficiencia fatal. Entre las deficiencias están hipótesis poco claras, pérdida o comparación inadecuada de grupos, unidades de medida inválidas, casos que no han sido escogidos al azar, o ejemplos demasiado pequeños como para conducir a resultados significativos, así como falta de análisis o análisis inadecuados. Por ejemplo, 21 de los estudios no tienen un grupo de referencia heterosexual.

La segunda publicación, que salió a la luz el mes pasado, es obra de la experta en temas familiare del Reino Unido, Patricia Morgan. El libro «¿Niños trofeo?» (“Children as Trophies?: Examining the Evidence on Same-Sex Parenting”) se publicó en el Christian Institute.

Morgan observa que muchos de los estudios que se usan para apoyar la paternidad de parejas del mismo sexo no pasan “de algo más que anecdótico”. Además, afirma, los entes públicos y los institutos de investigación tienen la culpa de utilizar una doble medida a la hora de aceptar material como evidencia, sin crítica alguna. Este comportamiento sería rechazado en otros campos considerados políticamente menos correctos.

Como ejemplo cita un comunicado publicado en una conferencia sobre adopción por el Family Policy Studies Center de Londres el pasado julio. El comunicado consistía en una colección de autocomplacientes testimonios aportados por homosexuales que muestran cómo ellos tienen un tantos éxitos como cualquier otros con los niños. El comunicado recibió una acogida muy favorable por los conferenciantes, a pesar de su falta total de rigor científico.

En contraste, la conferencia dio un acogida hostil y crítica a otro comunicado que demostraba cómo los matrimonios con pocos conflictos que acaban en divorcio crean serios problemas a los niños. Esta reacción se dio a pesar de que el comunicado ponía “una meticulosa atención a multitud de vari
ables”, afirma Morgan.

La prensa acepta con frecuencia, sin crítica alguna, aserciones hechas en base a estudios poco serios, añadía. Morgan ponía el ejemplo de un estudio, saludado por la prensa con titulares como “Los gays son mejores padres”. De hecho, el estudio no era más que una mera colección de testimonios de homosexuales que habían respondido de manera voluntaria. No se remitía a ninguna investigación estadística válida. Además, no se evaluó la opinión de los niños para ver si las afirmaciones de los homosexuales eran verdaderas o no.

Morgan concluía: «Buena parte de la campaña por los derechos a la paternidad homosexual implica la utilización de los niños para conseguir declaraciones políticas”. Por la salud de los chavales, las legislaciones y tribunales deberían volver a echar un vistazo a los datos presentados por el lobby homosexual.

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ZENIT Staff

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