Campaña publicitaria contra la Iglesia por su posición sobre el condón

Los anuncios dicen una cosa, los datos científicos otra

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WASHINGTON, 16 marzo 2002 (ZENIT.org).- La organización Católicos por el Derecho a Decidir («Catholics for a Free Choice») está llevando a cabo una campaña internacional desde noviembre criticando a la Iglesia por su posición respecto al condón.

A pesar de su nombre “católico”, el pequeño grupo no tiene relación alguna con la Iglesia, según explicaron los obispos norteamericanos en mayo del 2000. Ahora bien, el grupo mantiene relaciones intensas con las organizaciones abortistas que lo fundaron.

La campaña publicitaria se ha movido con un gran dispositivo desde el 1 de diciembre con anuncios en las paradas de autobuses y en las estaciones de metro, así como en el Washington Post. Los anuncios han aparecido también en Canadá, Sudáfrica, Zimbabwe y Kenya.

En sus ruedas de prensa, Católicos por el Derecho a Decidir establece que la oposición de la Iglesia al uso del condón ha causado las muertes de miles de personas al minar los esfuerzos por detener la transmisión del virus VIH. Su objetivo es lograr que la presión pública sobre la Iglesia la haga cambiar de posición.

Los anuncios transmiten la impresión de que a la jerarquía de la Iglesia no le importa el problema del Sida. “Los católicos se preocupan. ¿Lo hacen nuestros obispos?”, preguntaba un anuncio del Post.

Los responsables de la Iglesia con rapidez pusieron de manifiesto las inexactitudes de los anuncios. La portavoz de la archidiócesis de Washington, Susan Gibbs, manifestaba en el Post el 3 de enero que los anuncios “acusan a los obispos de asesinar personas cuando de hecho los obispos abogan por el único estilo de vida que protege contra el VIH/Sida: la abstinencia fuera del matrimonio monógamo”.

La Conferencia Episcopal Católica de Sudáfrica también reaccionó con firmeza contra los anuncios. En un comunicado de prensa la oficina del Sida de los obispos, hacía notar que, desués del Gobierno sudafricano, la Iglesia católica es la organización que más ayuda ofrece en la prevención del Sida y en programas de ayuda.

Entre junio del 2000 y noviembre del 2001, la oficina del Sida de los obispos ha llevado a cabo al menos de 116 proyectos. El comunicado de los obispos observaba que hasta el Departamento Nacional de Salud sudafricano reconoce que este servicio de asistencia católico, trabajando a través de las parroquias, es mucho más eficaz para atajar las raíces del problema que la propia red gubernamental de prevención del Sida y asistencia.

Un portavoz de la conferencia episcopal, el obispo Reginald Cawcutt de Ciudad el Cabo, afirmaba: “La Iglesia desaprueba el intento de combatir la difusión del Sida repartiendo al por mayor condones a los adolescentes. Esto significa promover la promiscuidad. Demuestra un pensamiento seriamente confuso. La Iglesia respalda con firmeza y promueve –como ha hecho durante 2000 años– la educación basada en los valores y en los programas de prevención. Son las únicas cosas que al final funcionan”.

Por su parte, el Catholic Family and Human Rights Institute constataba en «Friday Fax» el 28 de diciembre que las esperanzas de Católicos por el Derecho a Decidir por causar furor con el tema se han apagado. A excepción de algunos artículos de periódico, los medios habían ignorado ampliamente la campaña de anuncios.

¿Es realmente la respuesta?
Numerosas campañas de gobiernos y grupos privados han hecho hincapié en la necesidad del “sexo seguro” y han afirmado que el uso de condones es esencial para controlar el Sida y otras enfermedades de transmisión sexual. Pero estudios recientes muestran que los condones tienen sólo un éxito parcial en la prevención de la difusión de enfermedades de transmisión sexual.

El pasado 20 de julio el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos publicaba un informe sobre la efectividad del condón. El equipo de expertos que se reunió para examinar la evidencia encontró que muchos estudios sobre el tema son “inadecuados”.

El equipo científico hacía notar que el uso del condón puede reducir significativamente el riesgo de VIH para hombres y mujeres, y de la gonorrea para hombres. Pero reconocía que no se dan evidencias para probar que su uso previene la gonorrea para las mujeres. Los condones no se demostraron efectivos en la prevención de la difusión de otras numerosas enfermedades sexuales.

Incluso como anticonceptivo, el condón falló esta prueba del equipo científico. En un estudio, cerca del 3% de las parejas que afirmaban usar el condón normal (y además correctamente) provocaron un embarazo no esperado durante el primer año de uso. En otra “prueba clínica reciente, hecha al azar y bien controlada, en la que parejas monógamas usaban condones de látex para evitar la concepción durante seis meses, el número de embarazos durante el “uso normal” fue de cerca de un 6,3%”.

El informe del equipo citaba el estudio de la National Surveys of Family Growth de Estados Unidos, quien demostraba que el 14% de las parejas sufrieron un embarazo no esperado durante el primer año de “uso normal” del condón.

Como reacción al informe del Instituto Nacional de Salud norteamericano, el presidente del Instituto Médico para la Salud Sexual, el médico Joe S. McIlhaney Jr. comentaba: “La juventud de Estados Unidos ha sido adormecida con un falso sentido de seguridad sobre la actividad sexual premarital, creyendo que, mientras usen el condón, estarán protegidos de las enfermedades de transmisión sexual. Como el informe del Instituto Nacional de Salud dejaba claro, no hay sexo seguro fuera del matrimonio”. El instituto con sede en Austin, Texas, es un organización médica sin ánimo de lucro.

“Con razón, una posición honesta en la investigación conduce a una única conclusión: el único modo realista para que una persona joven evite los riesgos de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no esperados es mantener la abstinencia sexual hasta el matrimonio”, observaba McIlhaney.

65 millones de infectados en Estados Unidos
De hecho, después de años de campañas de “sexo seguro”, las enfermedades de transmisión sexual se han extendido más que nunca. Más de 65 millones de personas en los Estados Unidos están infectadas actualmente con algún tipo de enfermedad de transmisión sexual, la mayoría de ellas con infecciones virales incurables, afirmaba el informe del Instituto Nacional de Salud. Y cerca de 15 millones de nuevas infecciones tienen lugar cada año.

En el Reino Unido, la situación no es menos dramática. En Londres, los casos de gonorrea han aumentado un 74% en los hombres y un 75% en las mujeres desde 1995, informaba el Times del 29 de enero. La sífilis se ha extendido en los hombres hasta el 211% en los pasados tres años. Y desde 1995, la clamidia ha sido diagnosticada un 87% más en las mujeres y un 120% más en los hombres.

Como observaba Lynette Burrows el 26 de febrero en el Telegraph, el sexo casual no es seguro, a pesar de lo que digan los eslóganes. Hacía notar que muchos jóvenes no han sido avisados del porcentaje de error del condón, después de que innumerables campañas les hayan asegurado que si lo usas, estarás “seguro”.

Burrows citaba un folleto distribuido por las autoridades sanitarias a todos los mayores de 13 años. Contiene un titular subrayado que dice: “Es un hecho: sólo los condones proveen protección contra el embarazo y las infecciones de transmisión sexual, incluyendo el VIH”. Más adelante el folleto menciona la clamidia y recomienda, “Usa siempre un condón”. Sin embargo, como el informe del Instituto Nacional de Salud establecía, no hay evidencia clara de que el condón reduzca el riesgo de enfermedades de transmisión tales como la clamidia.

¿Por qué los gobiernos respaldan folletos tan inadecuados médicamente? Se preguntaba Burrows. “Quizá la respuesta s
e debe a que hay demasiadas personas que tienen o un interés financiero en promover la contracepción, o una postura ideológica que defiende la libertad sexual. Apoyando ambas, estos dos motivos han silenciado la discusión pública sobre el peligro del sexo casual”, concluía. Para las personas que buscan una guía real para permanecer sanas, se debería escuchar con más atención a la Iglesia católica.

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ZENIT Staff

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