NUEVA DELHI, 21 marzo 2002 (ZENIT.org–Avvenire).- Paquistán se encuentra en una encrucijada entre fundamentalismo y modernización, y el atentado del pasado domingo contra una iglesia cristiana se inscribe en esta lucha entre las dos almas del país.
Lo afirma monseñor Anthony T. Lobo, obispo de Islamabad y Rawalpindi y secretario de la Conferencia Episcopal de Paquistán. El obispo ha concedido esta entrevista inmediatamente después de visitar en los hospitales a las víctimas del atentado.
–¿Cuál ha sido la reacción de la Iglesia a esta última agresión a un objetivo cristiano?
–Monseñor Lobo: La primera reacción ha sido la oración. Oraciones recitadas en todo el país por los cristianos, por las víctimas y por los que yacen heridos en un hospital. Hemos rezado también por quienes han cometido este acto de violencia y por último hemos rezado para que las raíces de la rabia, de la frustración y de la amargura que motivan semejantes acciones puedan ser identificadas y curadas.
–¿Había también católicos en el momento del atentado?
–Monseñor Lobo: En Islamabad, hay tres iglesias cristianas: una católica, una anglicana de la Iglesia de Paquistán, y la Iglesia Internacional de mayoría pentecostal. La presencia de católicos en esta última iglesia es muy improbable.
–¿Qué significado tiene este atentado? ¿Es un intento por parte de los elementos fundamentalistas de desacreditar la lucha del Gobierno Musharraf contra las fuerzas sectarias?
–Monseñor Lobo: El portavoz del Gobierno y los diarios locales piensan que los fundamentalistas están tratando de desacreditar al Gobierno del general Pervez Musharraf. Estamos frente a una lucha entre dos ideologías. Entre la visión de Muhammad Ali Jinnah del Quaid-e-Azam, de un Paquistán nación islámica moderna y progresista, y la visión fundamentalista e intolerante contraria a la modernización y deseosa de resucitar un antiguo y glorioso pasado.
–¿Cree que el Gobierno ha tomado medidas suficientes de precaución contra atentados de este tipo?
–Monseñor Lobo: Un gobierno capaz de proteger siempre y en todas partes a los propios ciudadanos no existe. Pero debe haber individuos constantemente alerta y capaces de prevenir ataques de este tipo y al mismo tiempo capaces de defenderse a sí mismos. Los servicios secretos deberían ser capaces de identificar a aquellas organizaciones que tienen intención de recurrir a la violencia y deberían ser capaces de pasar a la acción preventiva. Y las fuerzas del orden deberían ser adiestradas para afrontar este tipo de violencia.
