ADDIS ABEBA, 6 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Etiopía corre hacia el precipicio de una «crisis humanitaria sin precedentes» a causa de la sequía que ha quemado ya a la totalidad de las once regiones del país.
El estado africano lanzó este martes un nuevo llamamiento internacional pidiendo «respuestas urgentes» y solicitando víveres, agua, ayuda humanitaria y sanitaria, personal médico y veterinario.
Simon Machele, responsable de la Comisión Federal para la Prevención de los Desastres y para las Situaciones de Emergencia (DPPC), ha declarado a la agencia AFP alarmado que los problemas «son tan grandes en casi todas las regiones del país que se necesitan respuestas inmediatas».
En una conferencia de donantes y ONG, Machele subrayó que «dentro de poco la situación ha evolucionado hacia lo peor. Tendríamos que ser entre los primeros países que reciban ayuda».
El grito de alarma había sido lanzado ya con anterioridad por diversas entidades humanitarias este verano.
En agosto, los medios de comunicación y gabinetes de prensa de varias ONG, informaban del peligro de hambruna en Etiopía.
Se indicaba ya entonces que cuatro millones de personas afrontaban serias restricciones de víveres en el país de África oriental debido a la escasez de lluvias en los últimos meses. Muchos etíopes son granjeros y la falta de agua ha arrasado sus cosechas y acabado con sus reservas de comida.
Aunque el Gobierno etíope estaba proveyendo alimentos no tenía suficientes víveres almacenados para cubrir las cien mil toneladas necesarias para alimentar a la población hasta finales de año.
Catholic Relief Services (CRS), la organización humanitaria de la Iglesia en Estados Unidos, lanzó también la señal de alarma este verano pidiendo fondos para ayudar al país africano.
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Simon Machele ha revelado que las zonas más afectadas son las de los distritos Somali y Oromoia, en el este, la región norteña de Tigray y algunas partes del sur.
Añade que el Gobierno teme un déficit de alimentos de «no menos de 103,583 toneladas para el periodo septiembre-diciembre 2002».
«En poquísimo tiempo –afirma–, la situación ha evolucionado en la peor dirección».
A principios del año, Etiopía necesitaba 557.204 toneladas de ayuda alimentaria y 18,2 millones de dólares para casi 5,2 millones de personas, pero los funcionarios han revisado los datos oficiales desde julio, a medida que aumentaba la crisis.
«Si ustedes miran a Etiopía, la magnitud del problema actual está siendo minusvalorada respecto a otras partes de Africa», dijo Machele, comparando implícitamente la situación con la del sur del continente, donde la falta de víveres llegó a los circuitos de noticias internacionales gracias también a los gritos de alerta de las ONG y entidades humanitarias. Machele afirmó incluso que esta crisis es peor que la que sufrió el país en 2000.
La persistente sequía está también afectando al ganado, que es la única fuente de subsistencia para las comunidades de Afar y Somalí, en el este del país.
«La comunidad internacional está muy animada a ayudarnos para evitar la crisis humanitaria», dijo Machele, subrayando que Estados Unidos ha reunido ya 45.000 toneladas en ayuda alimentaria.
Una de las peores hambrunas la sufrió Etiopía los años 1984-85, pero el régimen militar marxista-leninista de Mengistu Hailè Mariam minimizó la amplitud del desastre mientras que insistía en controlar la distribución de la ayuda.
Caritas y el CRS estaban entonces entre las organizaciones humanitarias que se movieron e hicieron ver a la comunidad internacional que, a pesar de las dificultades puestas por el régimen, dedicado sobre todo a capitalizar la propaganda, la ayuda llegaba a su destino.