NUEVA YORK, 14 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Han surgido nuevos miedos sobre los niveles de violencia en los medios. En Francia, un chico de 17 años fue arrestado tras ser identificado como responsable de una agresión por una muchacha moribunda, informaba el 6 de junio el periódico británico The Guardian. El caso tenía relación con “Scream”, la trilogía de películas de horror de Wes Craven.
Según se informaba, el joven admitió que estaba obsesionado con la película “Scream”, en la que un asesino ataca con un cuchillo a estudiantes en un campus norteamericano. “Dijo a los gendarmes que había visto el vídeo la noche del ataque y, tras él, había decidido matar a alguien”, establecía el informe de la fiscalía.
Era el tercer asesinato de un adolescente en Francia ligado a la influencia de la trilogía “Scream”, en los últimos dos años, hacía notar el británico Observer el 9 de junio. Y el caso eleva a nueve el número de asesinatos en el mundo ligados específicamente a la película de Craven. El periódico también informaba que, el año pasado, un estudio llevado a cabo por la Academia Estadounidense de Pediatría había descubierto que a los 18 años un joven ha visto de media 200.000 actos de violencia sólo en televisión.
En Alemania, ha aumentado la preocupación por las películas violentas tras el caso del joven de 19 años que asesinó a 16 profesores y estudiantes en una escuela de Erfurt, informaba el Times de Londres el 3 de mayo. Aunque los primeros informes no encontraron una relación directa entre los hábitos visionarios del joven y los asesinatos, los responsables de los medios de difusión de Alemania fueron convocados por el canciller Gerhard Schröder para estudiar la manera de reducir el nivel de violencia en la televisión.
Este encuentro, informaba el Times, podría llevar a un mayor autocontrol por parte de los responsables de los mismos, que estaban preocupados porque el gobierno, en medio de la vorágine de una campaña electoral, trate de endurecer las normas de visualización.
En Inglaterra, un estudio mostraba que la violencia en la televisión ha aumentado significativamente durante los últimos cuatro años, informó el Telegraph el 25 de abril. El estudio, llevado a cabo por los responsables de la regulación televisiva y por la BBC, reveló que, por primera vez desde que comenzó la monitorización en 1997, hay ahora más escenas violentas antes de la línea divisoria de las 9 p.m. que anteriormente. Y la violencia resulta cada vez más explícita.
El año pasado hubo una media de 5,2 escenas violentas por hora en la televisión, comparadas con las 4,7 de 1999 y las 4,1 de 1998 y 1997. No se ha hecho ningún seguimiento en el año 2000. El incremento más marcado tuvo lugar en los programas de niños, donde hubo 6,4 escenas por hora el año pasado, contra las 4,2 de 1999 y 1,3 de 1998.
En contraste, el informe de marzo «Hollywood Cleans Up Its Act: Changing Rates of Sex and Violence in Entertainment Media», publicado por el Center for Media and Public Affairs, mostraba que están bajando los niveles de violencia en televisión en Estados Unidos.
El informe demostró que desde 1999 hasta el 2001, la cantidad de violencia dura en programas televisivos decayó en un 17%. Sin embargo, la cantidad de violencia en las películas más populares y de mayor difusión permaneció invariable.
En la primera parte del 2000-2001, las series televisivas tenían un promedio de 15 escenas violentas por hora, por debajo de las 18 escenas por hora de 1998-1999. Las reducciones más significativas por redes de difusión se dieron en la NBC (bajó en un 25% a partir de un promedio ya de por sí bajo) y la CBS (con un descenso del 19%).
¿Afectan al comportamiento los programas de televisión?
Muchos estudios han analizado los efectos de la violencia de los medios en los televidentes, especialmente en los niños. Uno de estos estudios demuestra que los adolescentes y jóvenes que ven más de una hora de televisión al día tienden a cometer crímenes violentos y a caer en otras formas de comportamiento agresivo posteriormente, informaba el 29 de marzo el New York Times.
El estudio, publicado en la revista Science, siguió a niños de 707 familias de dos condados de Nueva York durante 17 años. Tras haber ajustado factores como las diferencias de renta, la probabilidad de violencia, o comportamiento agresivo, la investigación concluía que la violencia entre los televidentes era entre el 16% y el 116% más alta que en su contraparte.
La investigación se diferencia de otros estudios por haber encontrado una unión entre la violencia y la visión de cualquier programa de televisión, no sólo los violentos. El estudio, que sigue realizándose todavía, comenzó cuando los niños tenían una edad de 1 a 10 años.
Los detalles del estudio publicados por Reuters el 28 de marzo mostraban que el 5,7% de los adolescentes que ven menos de una hora la televisión cometieron actos agresivos contra otras personas en los últimos años, en comparación con el 22,5% de aquellos que la ven entre una y tres horas al día.
Y un 28,8% de aquellos que ven la televisión tres o más horas al día han cometido actos agresivos. El porcentaje en el caso de los varones era de un 45%, en el caso de las mujeres de un 12,7%. Los actos violentos de los varones incluyen asaltos y enfrentamientos, mientras que el comportamiento violento de las mujeres incluye robos y amenazas.
En el reportaje del New York Times, Dale Kunkel, un profesor de ciencias de la comunicación en la Universidad de California en Santa Bárbara, decía que el nuevo estudio “es otra piedra más en la ya enorme pila de evidencias que documentan la relación entre la violencia en los medios y el mundo real de la violencia y la agresión”.
Pero otros han sido más cautelosos, observaba el periódico. El Dr. Steven Goodman, un experto en estadística en la escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, afirmaba que los estudios que buscan asociaciones se encuentran con obstáculos enormes. Puede resultar imposible saber si, además de ver la televisión, existen otros factores que hayan distinguido a los niños menos violentos de los demás, comentaba.
Pautas éticas
En junio de 2000, el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales publicó un documento titulado “Ética en las Comunicaciones Sociales” iluminador a este respecto. En la sección sobre el contenido cultural de los medios, en el número 16, el consejo criticaba el recurso demasiado frecuente al sexo y a la violencia.
El documento pedía una mayor responsabilidad, observando: “No sirve de excusa afirmar que los medios de comunicación social reflejan las costumbres populares, dado que también ejercen una poderosa influencia sobre esas costumbres, y, por ello, tienen el grave deber de elevarlas y no degradarlas”.
El capítulo IV del documento ofrece algunos principios éticos referentes a los medios. Para comenzar, el Consejo explicaba que la comunicación debería servir “al desarrollo integral de las personas”.
En cuanto a la cuestión de restringir el contenido de los medios, el Consejo afirma que “hay que estar siempre a favor de la libertad de expresión”. Pero el documento clarifica este derecho: “Considerada desde una perspectiva ética, esta presunción no es una norma absoluta e irrevocable”.
La audiencia también tiene responsabilidades, dice el documento: “El primer deber de los usuarios de la comunicación social consiste en discernir y seleccionar”. La audiencia necesita que se la eduque en el uso de los medios para “formarse criterios de buen gusto y juicios morales verdaderos”.
A pesar del poder de los medios, el Consejo observaba que “los medios de comunicación social no hacen nada por sí mismos; son únicamente instrumentos, herramientas que la gente elige usar de uno u otr
o modo”. La elección es nuestra.
“Los medios de comunicación no exigen una nueva ética; lo que exigen es la aplicación de principios ya establecidos a las nuevas circunstancias”, observaba el Consejo. Si un número suficiente de personas aplicara principios éticos al escoger los programas que ven, los medios captarían el mensaje de qué es lo que deben producir.