QUITO, 30 octubre 2002 (ZENIT.org).- El cardenal Antonio José González Zumárraga, arzobispo de Quito y primado de Ecuador, ha enviado una invitación a los religiosos y religiosas de Quito para que participen en la Misión Nacional, en marcha en el país, en la que se ha confiado especialmente a los laicos ser los principales evangelizadores.
En su carta, el purpurado invita a los consagrados a unirse a la Misión Nacional «primero y principalmente por medio de la oración, que espero eleven al Señor comunitaria y personalmente».
Igualmente sugiere a los religiosos la participación activa en los equipos misioneros, en su preparación, en las visitas, acompañando a los laicos, unidos a los párrocos donde cada consagrado realice su apostolado.
Finalmente el arzobispo de Quito propone que los religiosos motiven y ayuden «a los laicos que se encuentran junto a ustedes — en sus obras apostólicas, en las iglesias y capillas– para que participen en la Misión».
«Esta Misión nos convoca y motiva a todos los creyentes y muy especialmente a los consagrados: es el Señor quien nos envía y quiere que Jesús y su proyecto del Reino sea anunciado y puesto por obra aquí y ahora en Quito. Por ello me dirijo a ustedes como una parte importante de la Iglesia para invitarles a participar en esta Misión», recuerda el cardenal González Zumárraga.
«Esta siembra prometedora esperamos renueve a nuestra Iglesia y nos ayude a hacerla más acogedora, más dialogante: un lugar de encuentro, de oración y compromiso a favor de los hermanos, especialmente de los más pobres», concluye el purpurado su carta.
Bajo el lema «Jesucristo: 2000 años entre nosotros», los obispos ecuatorianos lanzaron el pasado agosto la Gran Misión Nacional en la que se invita a todos los laicos a ser «misioneros».
«Ha llegado la hora no sólo de tocar las campanas, sino de llamar al timbre de todas las casas para predicar el Evangelio de puerta en puerta. Deseamos que se cumpla de esta manera uno de los grandes anhelos del Papa, Juan Pablo II, para el Tercer Milenio», afirman sus organizadores.
La coordinación general está a cargo de monseñor José Mario Ruiz, arzobispo de Portoviejo, bajo cuya dirección está un equipo de trabajo constituido por los vicarios, representantes de la Comisión Ecuatoriana de Religiosos y de la Federación de Enseñanza Católica, representantes de movimientos laicos y movimientos apostólicos.
Los misioneros visitarán, casa por casa, a todas las familias de cada una de las parroquias para que participen en pequeñas asambleas en lugares predeterminados. Estas asambleas tendrán como punto central el estudio de las Sagradas Escrituras y el rezo del rosario. Dos serán los argumentos de meditación: el ser humano eligió no parecerse a Dios y pecó; Dios se hizo hombre para salvarnos.