MADRID, 10 noviembre 2002 (ZENIT.org).- En noviembre, a punto de terminar el año 2002 y con él la campaña que la organización no gubernamental española «Manos Unidas» dedica a los «conflictos olvidados», ha vuelto los ojos a Ecuador.
La iniciativa tiene lugar en momentos en que el país del noroeste de América del Sur se encuentra inmerso en una crisis económica, política y social que afecta gravemente a su desarrollo.
No se trata en esta ocasión, dice la mayor ONG católica del país después de Caritas, de un conflicto armado; tampoco puede hablarse de terrorismo, ni de un enfrentamiento racial o religioso. Es, simplemente, «la lucha por la supervivencia de un país sumido en una pertinaz situación de pobreza».
Las etnias más afectadas por la falta de recursos y, en consecuencia, carentes de los derechos más básicos son la indígena y la negra que constituyen más del 20% de la población ecuatoriana.
Consciente de esta realidad, Manos Unidas financió en 2001, proyectos para el desarrollo en Ecuador por valor de 438.166,62 euros.
Pisambilla, en la sierra ecuatoriana del cantón de Cayambe, Pichincha, es un ejemplo de la situación de pobreza y marginación de la mayoría de los diferentes grupos étnicos de la zona interandina.
La organización, creada por la sección española de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas hace décadas, ha financiado parte de un proyecto destinado a dotar de agua potable a esta comunidad que por su aislamiento y falta de organización hasta 1995, ha sido tradicionalmente excluida de los programas de apoyo, tanto por el Gobierno como por las ONG.
En Pisambilla habitan 295 familias de campesinos quechuas que viven de la ganadería y de la agricultura de subsistencia y, en escasas ocasiones, del salario de algunos de sus miembros por los trabajos realizados en haciendas de la zona o en centros urbanos cercanos. Las condiciones de vida son de lo más precario. Sus 1.250 habitantes carecen de servicios públicos como la electricidad, alcantarillado, agua potable, letrinas o centros de salud.
La comunidad de Pisambilla entró en contacto con IEDECA (Instituto de Ecología y Desarrollo de las Comunidades Andinas), que trabaja en la promoción campesina. IEDECA atendió la llamada y elaboró un programa. El proyecto, en el que coparticipa Manos Unidas, se lleva a cabo con el trabajo de los miembros de la comunidad como mano de obra no cualificada.
La intención es que las 295 viviendas tengan agua potable, lo que disminuirá en un 15% las enfermedades parasitarias ente sus 1.250 beneficiarios e incrementará en un 12,5% el tiempo disponible de las mujeres para la realización de actividades distintas a la consecución de agua.
Manos Unidas ha contribuido a este proyecto con 98.606 euros. En estos momentos, dos miembros de Manos Unidas están en Ecuador visitando diversos proyectos apoyados por la ONG ( http://www.manosunidas.org).