ROMA, 14 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Al constatar la novedad del terrorismo que se inspira en falsos valores religiosos, Juan Pablo II pidió a los cristianos anunciar con coherencia al Dios del amor, al intervenir este jueves ante el Parlamento Italiano.
«El nuevo siglo, recién iniciado, lleva consigo una creciente necesidad de concordia, de solidaridad y de paz entre las naciones», afirmó el Papa en el pasaje final de su discurso de 40 minutos de duración.
«Esta es la exigencia ineludible de un mundo –cada vez más interdependiente y unido por una red global de intercambios y de comunicaciones–, en el que sin embargo siguen subsistiendo tremendas desigualdades», añadió.
«Por desgracia las esperanzas de paz son brutalmente contradichas al hacerse más ásperos los conflictos crónicos, comenzando por el que ensangrienta Tierra Santa», constató.
«A esto se le añade el terrorismo internacional con la nueva y terrible dimensión que ha asumido, llamando en causa de manera totalmente distorsionada incluso a las grandes religiones», dijo.
Como respuesta, los creyentes, dijo el Papa, deben «hacer emerger todo su potencial de paz, orientando y casi diría «convirtiendo» hacia la recíproca comprensión a las culturas y la civilizaciones que en ellas se inspiran».
«En esta gran empresa, de la que dependerán en las próximas décadas los destinos del género humano, el cristianismo tiene una actitud y una responsabilidad totalmente peculiares», constató
«Al anunciar al Dios del amor, se propone como la religión del recíproco respeto, del perdón y de la reconciliación», dijo.
El cristianismo, concluyó, prepara «para abrir a la humanidad nuevos caminos de paz, sin ignorar el peligro de las amenazas actuales, pero sin dejarse tampoco encerrar por una lógica de enfrentamiento sin soluciones».