El Papa desenmascara las políticas familiares que atentan contra la familia

Promueven la esterilización masiva, el aborto o el divorcio; constata

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CIUDAD DEL VATICANO, 18 de noviembre de 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha denunciado que políticas familiares basadas en la esterilización masiva, en la promoción del aborto o del divorcio producen «resultados dramáticos»: la desintegración de la célula fundamental de la sociedad.

El Papa presentó su denuncia este sábado al encontrarse con un grupo de obispos brasileños de la Región Este 2 que realizaron con su quinquenal visita «ad limina» al Papa y a los organismos de la Santa Sede.

La intervención del Santo Padre se centró precisamente en el papel «fundamental e insustituible» de la familia y continuó con la serie de discursos sobre los temas fundamentales para la Iglesia hoy que está proponiendo al finalizar sus encuentros con los prelados de Brasil (país con el mayor número de católicos del mundo).

«Las leyes civiles que favorecen el divorcio y amenazan la vida intentando introducir oficialmente el aborto –denunció–; las campañas de control de la natalidad que, en vez de invitar a una procreación responsable, a través de los ritmos naturales de la fertilidad, llevaron a la esterilización de millares de mujeres, sobre todo en el nordeste [de Brasil], y programaron el uso de métodos anticonceptivos, revelan ahora sus resultados más dramáticos».

Estos elementos, así como la «falta de una información objetiva y el desarraigo geográfico», según el obispo de Roma, dan origen a «un proceso disgregador del núcleo familiar en sus elementos más esenciales».

Otros síntomas de este proceso desintegrador de la familia, reveló, son «los intentos en la opinión pública y en la legislación civil para equiparar a la familia con meras uniones de hecho o para reconocer como tal la unión de personas del mismo sexo».

Ante esta situación, el Santo Padre lanzó tres llamamientos dirigidos a los católicos.

Ante todo, a los pastores, les advirtió que dejar de proclamar la verdad sobre el matrimonio y la familia «sería una grave omisión pastoral, que induciría a las personas al error, especialmente aquellas que tienen la importante responsabilidad de tomar decisiones sobre el bien común de la nación».

En segundo, lugar pidió el compromiso de todos los católicos, en especial de los casados –que «deben ser los primeros en testimoniar la grandeza de la vida conyugal y familiar»– a responder con «una acción catequética y educativa más incisiva y constante, que permita incentivar el ideal cristiano de comunión conyugal fiel e indisoluble».

Por último, «a quienes tienen miedo de las exigencias que tal fidelidad comporta», Juan Pablo II les exhortó: «¡No tengáis miedo de los riesgos! No existe una situación difícil que no pueda ser enfrentada de modo adecuado cuando se cultiva un clima de vida cristiana coherente».

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ZENIT Staff

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