Enviado del Papa a Uganda pide que Occidente no abandone África

El continente muere de sida ante la indiferencia internacional

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CIUDAD DEL VATICANO, 18 de noviembre de 2002 (ZENIT.org).- Al regresar de Uganda, el enviado de Juan Pablo II, quien recientemente entregó 500 mil dólares (cifra equivalente euros) en ayudas para la lucha contra el sida en el país, lanza un llamamiento para que Occidente, y en particular los Estados Unidos, no se olviden del continente africano.

El arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», viajó en los últimos días de octubre al país africano para apoyar la labor de organizaciones no gubernamentales católicas ugandesas y de las Misioneras de la Caridad, congregación religiosa fundada por la Madre Teresa de Calcuta.

El presidente de «Cor Unum», organismo vaticano encargado de promover y coordinar la acción de las organizaciones católicas de ayuda, al hacer con «Zenit» un balance de su visita , constata que «seguimos demasiado fácilmente en la televisión estadounidense. La CNN abre el horizonte de nuestro interés y África no es interesante para Estados Unidos».

Según el arzobispo alemán, Occidente tiene mucho que aprender de África.

«Hay gran miseria, pero es un continente joven, vital, que nos puede enseñar la auténtica antropología pues no ha pasado por nuestro Ilustración, que conlleva la separación del hombre en tantos sectores –constata–. Los africanos tienen una sensibilidad más fuerte. No necesitan áreas verdes para descubrir la naturaleza. Y esto debería abrirnos a los problemas y riquezas de África».

En sólo un domingo, al visitar un centro médico, «bauticé a sesenta niños en un domingo por la tarde. Es una prueba de la vitalidad y la alegría que nos enseñan los africanos a los «viejos» occidentales», confiesa moneñor Cordes.

Parte de los 500 mil dólares en ayudas ofrecidos por el Papa han sido destinados a una ONG católica, AVSI (Asociación Voluntarios para el Servicio Internacional) creada por miembros del movimiento eclesial Comunión y Liberación, quienes desarrollan su labor en dependencia con ugandeses que trabajan en el lugar.

El proyecto busca dar una familia a los huérfanos; educación a través de la construcción y apoyo a las escuelas; educación sanitaria para la prevención del sida; y formación profesional, especialmente para aquellos muchachos que provienen de la cárcel de menores de edad.

«En Uganda, el 50% de los niños ha perdido al menos a un padre a causa del sida. La mayoría de ellos corre el riesgo de acabar en la calle, ofreciendo mano de obra a la criminalidad», revelaba un comunicado de prensa de Cor Unum, publicado en vísperas del viaje.

Asimismo, monseñor Cordes ha llevado de parte del Papa el apoyo a la fundación de una casa para niños enfermos terminales de sida dirigida por las Misioneras de la Madre Teresa de Calcuta.

«Uganda –informaba «Cor Unum» en vísperas del viaje del prelado– se ha convertido en el país laboratorio en la lucha contra el sida: es una de las pocas naciones donde el índice de infección del virus VIH ha registrado una disminución, del 9,51 al 8,30%».

«Ahora bien –añadía el organismo vaticano–, estos resultados no deben ser un punto de llegada, sino el inicio para un nuevo interés y nuevo proyectos».

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ZENIT Staff

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