Dos historiadores y el papel de la Santa Sede durante el Holocausto judío

El relator de la causa de beatificación de Pío XII responde a Michael Marrus

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ROMA, 19 de noviembre de 2002 (ZENIT.org).- Un historiador judío ha vuelto a abrir el debate en torno a las relaciones entre la Santa Sede y el nazismo en un artículo de dos páginas publicado por el diario romano «La Repubblica».

Michael Marrus, profesor de Historia del Holocausto en la Universidad de Toronto, miembro de la Comisión de historiadores judíos y cristianos disuelta en julio de 2001 que debía haber estudiado conjuntamente aquellos difíciles años, considera que el Vaticano todavía no ha respondido a preguntas decisivas.

Si bien la Santa Sede ha anunciado la publicación en 2003 y 2005 la publicación de los documentos secretos relativos a las relaciones entre Alemania y el Vaticano, Zenit ha pedido al padre Peter Gumpel s.j., historiador y relator de la causa de beatificación de Pío XII, una respuesta a los interrogantes de Marrus.

El historiador, en concreto, suscita dudas sobre la reacción de la Santa Sede ante la «Noche de los Cristales Rotos» en Alemania, acto de violencia auspiciado por las autoridades que incluyó el asalto a los barrios judíos, la destrucción de las sinagogas y el confinamiento en campos de concentración de los detenidos durante la operación.

Gumpel responde: «Cuando Lord Rothschild organizó una reunión de protesta en Londres contra la «Noche de los Cristales Rotos», Eugenio Pacelli, secretario de Estado del Vaticano, envió en nombre del Papa Pío XI una declaración de solidaridad con los judíos perseguidos».

«La protesta de la Santa Sede fue leída públicamente durante la reunión –añade el historiador jesuita–. El texto completo de la nota vaticana se encuentra en el volumen sexto de las «Actas y documentos de la Santa Sede relativos a la segunda guerra mundial» («Actes et documents du Saint Siège relatifs à la seconde guerre mondiale», ADSS), en las páginas 12 y 13 y en la página 539 del apéndice».

En su artículo en «La Repubblica», Marrus decía que quisiera saber qué es lo que dijeron los cardenales alemanes en los dos encuentros que tuvieron en 1939 con Pío XII.

El padre Gumpel responde que «en el segundo volumen de las ADSS se publican 49 páginas (de la página 387 a la página 436) en la que es posible leer el texto integral de estos dos encuentros. El Santo Padre y los cardenales estaban totalmente en contra de Hitler, pero sabían que era necesario actuar con mucha cautela, pues la encíclica contra el nazismo «Mit brennender Sorge» de 1937 sólo había ocasionado persecuciones. Y el estallido de la guerra era inminente…»

Marrus afirma también que Pío XII sólo atendió en su obra de ayuda a los judíos convertido al cristianismo.

El historiador jesuita recuerda, sin embargo, que «los hechos hablan por sí solos: la Santa Sede gastó millones de dólares para salvar a los judíos (independientemente de que se hubieran bautizado). En algunos casos, el Papa Pacelli no se contentó con lograr visados de ingreso para los judíos alemanes en Sudamérica, sino que incluso buscó dinero para pagar su viaje».

Marrus da a entender que la Santa Sede abandonó también al Gobierno polaco, en exilio en Londres.

«Como queda claro en el volumen tercer de las ADSS, los obispos polacos no eran para nada favorables a las protestas públicas, pues consideraban que agravaría su situación», afirma el padre Gumpel.

Y añade: «Cuando un sacerdote italiano le llevó por encargo de Pío XII al cardenal Adam Stefan, arzobispo de Cracovia, panfletos para que los distribuyera entre los obispos y el clero polacos en los que se decía que el Papa estaba con ellos, el cardenal no los quiso aceptar».

«Le doy las gracias al Santo Padre –dijo el cardenal Sapieha–. Querido monseñor, nadie mejor que nosotros, los polacos, está agradecido y es sensible por el interés que por nosotros tiene el Papa. Pero no es necesaria una demostración pública del amor y del interés que el Papa tiene por nuestros problemas, pues sólo los aumentaría».

«¿No sabe que si hago publicidad de esto, si me encuentran en casa estos papeles, no habría suficientes cabezas de polacos para la represalia de los nazis?», preguntó el arzobispo de Cracovia.

En su artículo en la «La Repubblica», Marrus cita un mensaje escrito por el metropolita greco-católico de Lviv, Andrzeyj Szeptycky, según el cual los católicos habrían colaborado con los nazis.

«He leído la carta del metropolita Szeptycky varias veces y dice exactamente lo contrario –reconoce el padre Gumpel. En un pasaje, dice: «… tengo que mencionar con gran reconocimiento la ayuda que nos dan los católicos alemanes a través de los canales de una asociación destinada a ayudar a los alemanes fuera de Alemania». No logro comprender cómo se puede ver en esto una alusión al nazismo, alterando totalmente el sentido de la carta».

Por último, Marrus hace referencia a los llamamientos del arzobispo de Berlín, Konrad von Preysing, a quien Pío XII crearía cardenal, y deplora el que la Iglesia no haya hecho llamamientos públicos contra el nazismo en esos años.

Gumpel responde: «La amarga experiencia había enseñado a los jefes de la Iglesia católica que después de cada protesta pública tenía lugar una reacción opuesta a la deseada. Robert M. W. Kempner, fiscal de los Estados Unidos en el proceso de Nuremberg, ha afirmado claramente que la Santa Sede no podía actuar de otro modo».

«Toda acción pública habría costado mucha sangre, mientras que una actitud prudente permitió a Pío XII y a las autoridades eclesiásticas socorrer a escondidas a centenares de miles de judíos», añade.

El padre Gumpel, concluye: «Comparto la esperanza del historiador Michael Marrus de «ver finalmente reconducido a la normalidad el debate sobre Pío XII», pero hay que hacerlo con objetividad, honestidad y justicia».

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ZENIT Staff

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