ROMA, 22 noviembre 2002 (ZENIT.org).- La crisis más grande que atraviesa Italia en estos momentos es la de la falta de nacimientos, aseguró este jueves el cardenal Camillo Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal.
En una rueda de prensa concedida al final de la asamblea plenaria del episcopado que se celebró del lunes a jueves en Collevalenza, el obispo vicario de la diócesis de Roma constató que la crisis demográfica comienza a preocupar incluso a sectores que hasta hace poco no le daban importancia.
«Incluso los órganos de prensa se están dando cuenta cada vez más de que si no hay un cambio de tendencia, en poco tiempo el decaimiento del país será debido a la contracción de los nacimientos», afirmó el cardenal.
El número medio de hijos por mujer en Italia en el año 2001 era de 1,25; en 1970, esta cifra era de 2,43; según datos del Instituto Nacional Italiano de Estadística (ISTAT). En 1970, en el país se dieron 901.472 nacimientos; en el año 2001 casi la mitad, 544.550.
El problema de la crisis demográfica, reconoció Ruini, «no es un problema sólo de Italia, sino también Europeo». Ante esta situación, aseguró, los obispos saben que «las lamentaciones sirven de poco»; deben transmitir «una actitud de confianza» en las posibilidades culturales y sociales para encontrar «caminos concretos de desarrollo que pongan en el centro a la persona humana».
«Si buscamos la seguridad en la tierra –advirtió el purpurado– buscamos lo imposible. El hombre debe aceptar vivir sobre la tierra una vida insegura, pues siempre está sometida a las condiciones materiales», que «pueden ser iluminadas por la ciencia y la técnica, pero dentro de ciertos límites».
«Buscar la seguridad en este mundo», según Ruini, es algo que deriva de la naturaleza humana, «pero cuando se convierte en el elemento dominante se transforma en un factor radical de declino de una civilización», que «se cierra en sí misma».
«La confianza fundamental en la vida –concluyó el cardenal– puede tener muchas motivaciones, incluso entre los no creyentes, pero ciertamente debería ser la actitud de los creyentes, que creen en un Dios que tiene al universo en sus manos» y hace al hombre «capaz de aceptar el riesgo de la vida».
El desafío de la crisis demográfica italiana fue subrayado por Juan Pablo II en su visita al Parlamento del país, el 14 de noviembre pasado (Cf. Zenit, 14 de noviembre de 2002).