Cristo sigue seduciendo a los jóvenes, demuestra un Congreso en Murcia

Presidido por el cardenal Joseph Ratzinger

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MURCIA, 29 noviembre 2002 (ZENIT.org).- El avance de la secularización en Europa no empaña el interés que suscita Cristo, especialmente entre los jóvenes, como lo demuestra un simposio internacional organizado en Murcia.

Dos mil jóvenes están participando en el Congreso «Cristo: Camino, Verdad y Vida», que del 28 de noviembre al 1 de diciembre reúne a algunos de los máximos exponentes de la teología católica por iniciativa de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).

En el congreso, presidido por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, participan además grupos de seminaristas de varios centros de países como Polonia, Alemania, Francia, o Italia, y de rectores de seminarios de Colombia.

En la sesión de apertura, el nuncio de Juan Pablo II en España aseguró este jueves que el conocimiento de Cristo, de su vida, de sus sentimientos, de su modo de ser, y en la configuración con Él, el hombre encuentra su felicidad.

El carácter científico del evento fue remarcado por el presidente de la Universidad, José Luis Mendoza, quien destacó la amplia participación de expertos internacionales en Teología y añadió: «esta Universidad joven, con vocación evangelizadora, pretende ser un encuentro de debate cristiano, con el fin último de buscar la Verdad a la luz del Evangelio».

Por su parte, el cardenal Antonio María Ruoco, presidente de la Conferencia Episcopal Española, profundizó en el sentido y el alcance de este acontecimiento eclesial: «una forma extraordinaria de evangelizar a través de la Universidad».

En experiencias como ésta, recalcó, «Iglesia se siente rejuvenecida y rejuveneciendo», ya que hay muchos jóvenes, «esos mismos que no se ven en otros sitios».

En la última parte de su discurso, el cardenal hizo referencia a las raíces cristianas de Europa, aludiendo a la polémica que ha suscitado recientemente en ciertos ámbitos políticos la inclusión del términos de alcance religioso en el proyecto de Constitución Europea. Éste sería un signo evidente para Rouco de que «Europa está vacilante y buscando su alma».

El profesor Gisbert Greshake, catedrático de Teología de la Universidad de Friburgo (Alemania), aseguró por su parte que «la Encarnación de Cristo es y será siempre el centro del cristianismo».

En cuanto al diálogo con las grandes religiones monoteístas –el Islam y el judaísmo–, la diferencia con el cristianismo es radical, aseguró: «para el judaísmo y el Islam, Dios no llega a salir de su trascendencia. Y justamente ésta es la clave del cristianismo: que Dios toma parte literalmente de nuestra propia vida».

El problema teológico actual, según Greshake, es planteado por la teología pluralista de las religiones, que «reduce a éstas [las religiones] a un saber heterogéneo, pero indiferente, acerca de Dios». Por el contrario, la teología cristiana afirma que Dios «no sólo se nos ha comunicado a nivel cognoscitivo, sino realmente, por cuanto ha asumido nuestro mundo como su mundo, nuestra historia como su historia, y, además, toma parte en nuestra vida».

Respecto al actual concepto utilitarista de la religión, responde: «la respuesta cristiana a la finitud y mezquindad de la vida humana suena de otro modo: puesto que Dios cargó sobre sí en la historia humana las consecuencias de nuestra lejanía de Dios y en cierta manera las introdujo en su relación con el Padre, recompuso de nuevo en su persona lo que antes estaba separado: a Dios con el hombre».

Angelo Amato, secretario de la Academia Pontificia de Teología, haciendo referencia a las corrientes religiosas pluralistas, que están en contra de la introducción de Cristo en la historia, afirmó que «la razón última por las que estas corrientes no aceptan a Cristo es la negación filosófica de que pueda existir un absoluto».

«Este pluralismo ve tantas fuentes santificadoras como religiones, sin embargo la conciencia católica cree que existe un solo acontecimiento salvífico, del que se derivan todas las realidades santificadoras», aclaró.

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ZENIT Staff

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