CRACOVIA, 1 junio 2003 (ZENIT.org).- El presidente George W. Bush ha calificado a Juan Pablo II como «uno de los líderes morales más grandes de nuestro tiempo» en vísperas de que visite el Vaticano el secretario de Estado norteamericano Colin Powell.
Este sábado, en su visita a Cracovia, ciudad de la que el Papa fue arzobispo, el presidente estadounidense afirmó entre aplausos: «en la catedral de Wawel, en 1978, un cardenal polaco comenzó su viaje hacia un cónclave en Roma, y pasó a la historia como el Papa Juan Pablo II, uno de los más grandes líderes morales de nuestro tiempo».
Más adelante, en su discurso pronunciado desde el Castillo Real de Wawel, recordó los años de la ocupación nazi en plena segunda guerra mundial, en los que el «joven seminarista, Karol Wojtyla, vio cómo era enarbolada la bandera de la svástica».
«De la experiencia y fe de este sacerdote, surgió una visión: que toda persona sea tratada con dignidad, pues cada persona es conocida y amada por Dios».
«Con el tiempo, esta visión del hombre y este valor del hombre causaría miedo a los tiranos y traería libertad a este querido país, así como la liberación de la mitad de un continente –añadió Bush–. Todavía hoy, el Papa Juan Pablo II hablar a favor de la dignidad de toda vida y expresa las más elevadas aspiraciones de la cultura que compartimos».
Colin Powell, será recibido este lunes en audiencia por Juan Pablo II para hablar sobre la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos, así como sobre la situación en Oriente Medio tras la guerra en Irak.
En particular, el secretario de Estado informará sobre las previsiones de aplicación de la «hoja de ruta» hacia la paz, apoyada por Estados Unidos, Rusia, Europa y la ONU, según refieren las fuentes estadounidenses.
En la visita, se hablará, además, del proceso de reconstrucción y pacificación de Irak tras la guerra, en la que se dieron divergencias de posiciones entre Roma y Washington.
El arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», celebró este domingo la eucaristía en la catedral de Bagdad, a donde a llegado para coordinar la contribución de los católicos a la reconstrucción iraquí por petición del mismo Papa.