CIUDAD DEL VATICANO, 3 julio 2003 (ZENIT.org–Fides).- Monseñor Telesphore Toppo, presidente de la Comisión de obispos para el Rito Latino y arzobispo de Ranchi (Estado de Jharkland, al este de la India), confía en que el fundamentalismo no prospere en la India, dada la milenaria tradición de tolerancia en el país.
Cuando recibió el 26 de junio a los obispos de las provincias eclesiásticas indias de Cuttack-Bhubaneswar, Patna y Ranchi –que concluían su quinquenal visita «ad limina» al Papa y a la Curia romana–, Juan Pablo II expresó su deseo de que, «por el bien de la nación, no se permita el desarrollo de tendencias contrarias» a la fuerte tradición de respeto de las diferencias religiosas.
Actualmente existe un debate en la India motivado por la aprobación de la ley anti-conversión en algunos Estados de la federación. La disposición, teóricamente orientada a prevenir conversiones forzadas, requiere que las autoridades den el visto bueno a un cambio de credo.
«Algunos nos definen como “extranjeros”, pero nosotros somos indios y ejercemos un derecho sancionado por la Constitución india que garantiza la libertad de conciencia y de religión», explica monseñor Toppo.
El fanatismo religioso en la India
De acuerdo con el arzobispo de Ranchi, «los fundamentalistas hindúes tienen su visión de la India; según la ideología del “hindutva”, el país debe tener una única cultura, lengua y religión». «Por ello mataron al Mahatma Ghandi», apunta.
Constatando que, desde principios del siglo XX, los fundamentalistas han trabajado sistemáticamente con una propaganda de odio hacia los musulmanes y los cristianos, revela que «detrás de este fanatismo religioso hay cuestiones políticas, sociales y económicas».
En India hay 100 millones de «sin casta», los «dalit», y 70 millones de tribales, los «adivasi». Durante siglos estos grupos han vivido en la opresión y la exclusión social. «Por ello –afirma el arzobispo–, acogen con gusto el mensaje liberador del Evangelio».
Sin embargo, determinados grupos fundamentalistas temen que los «dalit» y los «adivasi» se conviertan al cristianismo, cosa que consideran como «una amenaza capaz de alterar el sistema de castas y la composición religiosa del país, que cuenta con un 80% de ciudadanos hindúes, un 12,5% de musulmanes y un 2,6% de cristianos».
«Para evitar todo esto, los grupos fundamentalistas pretenden transformar la India en una país hindú y desearían presentarse ante los “dalit” y los “tribales” como sus garantes y defensores, después de haberles marginados durante siglos», advirtió.
En la actualidad, «gracias a la evangelización, al desarrollo y a la promoción humana realizada por los cristianos, los “tribales” están alfabetizados y conocen y reivindican sus derechos», constató monseñor Toppo.
En su opinión, «ésta debería ser una preocupación del gobierno, pero con frecuencia no lo es. El fanatismo no tiene futuro. Éste busca bloquear el progreso y el desarrollo humano de la población».
El diálogo interreligioso y ecuménico, vía primordial
«Los grupos fundamentalistas tienen su programa, pero nosotros debemos continuar nuestro camino, sobre senderos de diálogo –manifestó el prelado–. Es importante educar a nuestra comunidad en la apertura y el diálogo para que todos vean quiénes somos los cristianos y qué queremos».
De hecho, en un contexto multicultural y multirreligioso, el diálogo representa una prioridad pastoral, una camino maestro, según afirmó.
Se trata además de un contexto en el que las relaciones ecuménicas cobran también particular importancia, «especialmente con las numerosas denominaciones protestantes, ya que en cada problema político, social o moral todos identifican a los cristianos como un solo cuerpo».
En la India hay 30 millones de cristianos; los 16 millones de católicos pertenecen a tres comunidades de rito diferente: siro-malabar, siro-malankar y latino, circunstancia que ofrece un nuevo desafío.
«Las tres comunidades deben ofrecer un testimonio de unidad por medio de una espiritualidad de comunión que ya existe, pero que es necesario profundizar y vivirla», explicó monseñor Toppo.
El presidente de la Comisión de obispos para el Rito Latino de la India manifestó su optimismo hacia el futuro de los cristianos en la India, actitud que compartía la Madre Teresa y que hoy comparte el Santo Padre. «La India es un gran país con un espíritu tolerante que la mayoría de la población conserva», concluyó.