NUEVA YORK, 19 de julio de 2003 (ZENIT.org).- El mundo no está logrando las metas para el desarrollo fijadas para el 2015. El Informe de Desarrollo Humano del 2003, hecho público el 8 de julio, es una publicación anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La edición de este año se enfoca sobre las Metas de Desarrollo del Milenio, adoptadas por 189 países en la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas de septiembre del 2000.

Entre los objetivos fijados para el 2015 está reducir a la mitad el número de los que viven con menos de un dólar al día, reducir a la mitad el número de los que sufren hambre, y alistar a todos los niños en cualquier parte en la escuela primaria.

De hecho, muchos países han perdido terreno. 54 naciones son más pobres ahora que en 1990. En 21 países, mayor porcentaje de población está pasando hambre. En 14, muchos niños están muriendo antes de los 5 años. En 12 naciones, se ha reducido el número de inscripciones en la escuela primaria. En 34, ha caído la esperanza de vida.

Con todo, --y es una señal del desigual desarrollo de los últimos años-- las metas de reducir a la mitad el nivel de quienes tienen pobres rentas y reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso a agua potable están en posición de ser llevadas a cabo, gracias principalmente a las mejoras en China e India.

El porcentaje de población que vive con menos de un dólar al día ha caído en la pasada década de un 30% hasta un 23% de la población mundial, debido en gran parte a China. En los años 90 China sacó de la pobreza a 150 millones de personas --el 12% de su población--, reduciendo a la mitad su incidencia en el país. Pero en Latinoamérica y el Caribe, los estados árabes, Europa central y del este y en el África subsahariana el número de personas que viven con menos de un dólar al día ha aumentado. Además, al paso actual, el África subsahariana podría no alcanzar el objetivo de reducción de la pobreza hasta el año 2147 y el objetivo de mortalidad infantil hasta el 2165. Y en África tanto el VIH/SIDA como el hambre están aumentado no reduciéndose.

Con respecto al desarrollo económico, el informe observa que en los años 90 el promedio de crecimiento per capita de la renta era menos del 3% en 125 países en desarrollo y transición, y en 54 de ellos la media de ingresos per cápita cayó. De estos 54 países, 20 son del África subsahariana, 17 de Europa del Este y de los Estados Independientes de la Commonwealth, 6 de América Latina y el Caribe, 6 del Este de Asia y el Pacífico y 5 estados árabes.

Razones de los fallos
Buscando una explicación a los motivos que han impedido mayores progresos, el informe examina los argumentos que tienen que ver con la apertura de los mercados y la globalización. «A pesar de las protestas contra la globalización en los últimos años, las fuerzas mundiales del mercado han contribuido al crecimiento económico --y a la reducción de la pobreza-- en China, India y en docenas de otros países en vías de desarrollo», observa el informe del PNUD.

Sin embargo, centenares de millones de personas no se han beneficiado de la liberación económica. Las razones son numerosas, dice el informe. «Una razón común es el mal gobierno. Cuando los gobernantes son corruptos, incompetentes y no tienen en cuenta a sus ciudadanos, las economías nacionales vacilan». El informe también echa la culpa a las grandes desigualdades en los ingresos, a la falta de inversión, por parte de los gobiernos, en sanidad y educación de sus pueblos, y a la extensión del VIH/SIDA.

El informe 2003 propone un nuevo plan de acción: el Acuerdo de Desarrollo del Milenio. Para alcanzar un mayor nivel de crecimiento, explica el informe, los países deben lograr objetivos básicos en varías áreas clave: gobierno, sanidad, educación, infraestructuras y acceso a los mercados. No actuar así puede dar como resultado que un país caiga en la «trampa de la pobreza».

El informe recomienda algunas reformas políticas para ayudar al desarrollo de los países más pobres.

--Invertir pronto y de manera ambiciosa en educación básica y sanidad mientras se fomenta la igualdad de género. Éstas son las condiciones previas para el crecimiento económico. Crecimiento que, a su vez, puede generar empleo y aumentar los ingresos – retroactuando en nuevos progresos en educación y sanidad.

--Aumentar la productividad de los pequeños campesinos en ambientes desfavorables. Estimaciones fidedignas apuntan a que el 70% de las personas más pobres del mundo viven en áreas rurales y dependen de la agricultura.

--Mejorar las infraestructuras básicas: puertos, carreteras, energía y comunicaciones- para reducir los costes de hacer negocios y superar las barreras geográficas.

--Desarrollar una política de desarrollo industrial que consolide la actividad emprendedora y ayude a diversificar la economía lejos de la dependencia de exportaciones de materias primas, con un papel activo para las empresas de pequeño y mediano tamaño.

--Promover gobiernos democráticos y derechos humanos para evitar la discriminación, asegurar la justicia social y promover el bienestar de todas las personas.

--Asegurar la sostenibilidad del medio ambiente y la sana gerencia urbana para que las mejoras del desarrollo sean a largo plazo.

El informe también apunta a la gran necesidad de mejorar la sanidad. Cada año más de 10 millones de niños mueren de enfermedades que se podían haber prevenido, unos 30.000 a día. La diarrea es devastadora; mató a más niños en los años 90 que todas las personas muertas en conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial, afirmaba el informe.

Más de 500.000 mujeres mueren cada año durante el embarazo y el parto, y tales muertes es 100 veces más probable que tengan lugar en el África subsahariana que en los países de altos ingresos de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE). En el mundo, 42 millones de personas viven con VIH/SIDA, 39 millones de las cuales lo hacen en países en desarrollo. La tuberculosis, combinada con frecuencia con el SIDA, causa al año más de 2 millones de muertes entre adultos. Y la malaria mata a cerca de 1 millón al año.
Ayuda más eficaz

El informe invita a las naciones ricas a aumentar sus ayudas a los países más pobres, puesto que de otra manera no serán capaces de superar los problemas que les mantienen atrapados en la pobreza. Las pasadas cumbres han visto las promesas de las naciones ricas de ayudar a las pobres. «Ahora es el momento de que los países ricos cumplan estas promesas», dice el informe.

Los compromisos hechos hasta ahora darían lugar a una ayuda adicional de unos 16.000 millones de dólares al año antes del 2006. Con todo, el informe observa que este aumento sólo implicará que la ayuda oficial al desarrollo total alcance el 0,26% del producto interior bruto de los 22 miembros del Comité de Asistencia al Desarrollo de la OCDE.

Pero no es suficiente con más ayuda, continúa el informe. También tiene que ser más efectiva. Los países en vías de desarrollo necesitan hacer esfuerzos concertados para mejorar el gobierno económico y democrático y aplicar políticas para la reducción efectiva de la pobreza. Y los donantes necesitan mejorar sus prácticas, especialmente en lo que respecta a las prioridades del desarrollo en los países receptores. Los donantes deberían liberalizar las ayudas, armonizar sus prácticas y reducir las cargas administrativas para los países receptores, y descentralizarlas.

Además, el informe invita a las naciones desarrolladas a hacer más en el área del levantamiento de la deuda. Pide que se bajen los subsidios agrarios --ahora suman más de 300.000 millones de dólares al año-- que dañan a los países pobres. Y pide que se retiren las tarifas y cuotas sobre los productos agrícolas, textiles y de v estir exportados desde los países en vías de desarrollo.

Sobre todo, observa el informe, lo que se necesita es que cada país, rico y pobre, asuma sus responsabilidades por el empobrecimiento del mundo.

Juan Pablo II se ocupó de manera extensa de la cuestión del desarrollo en los países más pobres en su encíclica de 1987 «Sollicitudo Rei Socialis». El Papa tuvo cuidado de precisar que «la mera acumulación de bienes y servicios, incluso en favor de una mayoría, no basta para proporcionar la felicidad humana» (No. 28).

En la división entre países pobres y ricos, Juan Pablo II no echa toda la culpa al mundo desarrollado. Sin embargo, expresó su preocupación por la división entre «las miserias del subdesarrollo» y «una forma de superdesarrollo».

Describía esta última como «una excesiva disponibilidad de toda clase de bienes materiales para algunas categorías sociales». La publicación del informe de PNUD es una buena oportunidad para que todos examinen sus conciencias y vean si están haciendo lo suficiente para ayudar a los pobres.