CIUDAD DEL VATICANO, 6 julio 2003 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que pronunció Juan Pablo II este domingo a mediodía antes y después de rezar la oración mariana del «Angelus» junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
* * *
¡Queridos hermanos y hermanas!
Se concluye hoy, 6 de julio, la celebración del centenario de la muerte de santa María Goretti, «pequeña y dulce mártir de la pureza», como la definió mi venerado predecesor Pío XII. Su cuerpo mortal descansa en la iglesia de Nettuno, en la diócesis de Albano, y su preciosa alma vive en la gloria de Dios. ¿Qué les dice a los jóvenes de hoy esta muchacha frágil, pero cristianamente madura, con su vida y sobre todo con su heroica muerte? Marietta, como era llamada familiarmente, recuerda a la juventud del tercer milenio que la auténtica felicidad exige valentía y espíritu de sacrificio, rechazo de todo compromiso con el mal y disponibilidad para pagar con el propio sacrificio, incluso con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos.
¡Que actual es este mensaje! Hoy se exalta con frecuencia el placer, el egoísmo, o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y felicidad. Es necesario reafirmar con claridad que la pureza del corazón y del cuerpo debe ser defendida, pues la castidad «custodia» el amor auténtico.
2. Que Santa María Goretti ayude a los jóvenes a experimentar la belleza y la alegría de la bienaventuranza evangélica: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5, 8).
La pureza de corazón, como toda virtud, exige un entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constante interior. Exige, ante todo, el asiduo recurso a Dios en la oración.
Las numerosas ocupaciones y los ritmos acelerados de la vida hacen que en ocasiones sea difícil cultivar esta importante dimensión espiritual. Las vacaciones veraniegas, que comienzan para muchos en estos días, si no son «quemadas» por la disipación y la simple diversión, pueden convertirse en una ocasión propicia para volver a dar aliento a la vida interior.
3. Deseando que sea provechoso el descanso veraniego para crecer espiritualmente, confío la juventud a María, radiante de belleza. Que ella, que sostuvo a María Goretti en la prueba, ayude a todos, en especial a los adolescentes y jóvenes a descubrir el valor y la importancia de la castidad para construir la civilización del amor.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Tras rezar el «Angelus» el Papa añadió:]
En estos días ha entrado en vigor la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares, adoptada por la ONU en 1990. Este instrumento legislativo marca un importante paso adelante, pues considera al migrante como una persona unida a su familia. Mientras expreso profunda complacencia por esta meta jurídica, deseo que una adhesión más amplia de los Estados refuerce su eficacia para que, con la adopción de medidas de este tipo y la constante colaboración internacional, el complejo fenómeno de las migraciones pueda desarrollarse en la legalidad y el respeto de las personas y de las familias.