MADRID, 7 julio 2003 (ZENIT.org).- Con una exhortación de Juan Pablo II a «buscar siempre el rostro del Señor»–transmitida a través del nuncio apostólico en España, el arzobispo Manuel Monteiro de Castro, se cerró el pasado domingo la XXV Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica de España (RCCE) que durante tres días ha convocado a miles de carismáticos en Madrid.
A la felicitación del Papa por las bodas de plata de estos grandes encuentros se unió su llamamiento para que se profundice «en el conocimiento de Jesucristo y en el incondicional seguimiento de su persona y de su mensaje para la extensión del Reino de Dios», según el texto leído por monseñor Monteiro de Castro en la Eucaristía final del encuentro.
La Asamblea Nacional, en la que se han celebrado los 30 años de presencia de la RCC en España, sin duda ha sido «un kairós, un momento de bendición en que el Espíritu se derrama en tantos corazones heridos y abrumados», declaró a Zenit el padre David Gascón, asesor espiritual de la RCCE
La alabanza, intensos momentos de adoración ante el Santísimo Sacramento, las enseñanzas y los momentos centrales del sacramento de la Confesión y las Eucaristías conducen a «una experiencia de resurrección, de vida nueva, de ilusión, y se sale como del cenáculo, con ganas de empezar de nuevo», constató.
En línea con la carta apostólica de Juan Pablo II «Novo Millennio Ineunte», la cita carismática ha girado en torno al tema «Buscad el Rostro del Señor» (Sal 68), explicó Mariaje Fernández Artazcoz, miembro de la Coordinadora Nacional de la RCCE.
«Cuando se contempla el rostro de Cristo y se quiere llevar también su rostro a los demás ocurre algo extraordinario, todo se dinamiza». La RCC precisamente «es una fuerte llamada a la oración, a la santidad y a la evangelización», señaló el padre Gascón subrayando la importancia de que esta realidad eclesial se mantenga fiel a su origen.
«Se podría decir que las dos premisas para actuar hoy en el mundo desde la “Renovación” se centran en un cultivo esmerado de nuestra oración personal –y la contemplación del rostro de Jesucristo– y en un cultivo de nuestra santidad personal. ¿Qué podemos llevar a los demás si no somos santos?», preguntó.
«El rostro de la Iglesia en estos momentos puede no ser atractivos para muchos. Lo ha dicho el Papa en la exhortación apostólica “Ecclesia in Europa”», observó el sacerdote. Además, «el hombre de hoy es descreído, está alejado de Dios y, desgraciadamente, se ha acostumbrado a vivir sin Él».
De acuerdo con el padre Gascón, es precisamente el rostro renovado de la RCC lo que atrae a muchos fieles hacia Jesucristo, con sus cantos, con su alegría, con su talante de esperanza y con la evangelización, que no se limita a esperar a que vengan los alejados, sino que se lanza en su búsqueda.
«Desde una renovación que demuestre a un Jesucristo vivo y actuante mediante los carismas se podrá atraer a tantos que han perdido la brújula en su vida espiritual», recalcó.
Con un gran concierto de evangelización se celebró el sábado el doble cumpleaños de la Renovación Carismática española. Con canciones, declamaciones, música y actuaciones se escenificaron, entre otros temas, la parábola del hijo pródigo y la oración como el diálogo entre Dios y el hombre.
«Los miembros del Ministerio Nacional de Alabanza –encargado del concierto y de la animación de la Asamblea– tratamos de vivir una vida en alabanza, esto es, de mayor conversión y entrega a la volunta de Dios cada día», explicó Rosa Cruz, responsable.
Formado por «carismáticos» de todas las regiones de España, y fruto del trabajo de muchos años, este «ministerio» encontró un fuerte impulso en la Carta de Juan Pablo II a los artistas (1999) en la que alentaba a éstos a que con sus obras el mundo sepa que en Cristo ha sido redimido.
Ante miles de personas o ante unas pocas, al margen de recursos artísticos, «cuando se empieza a alabar –ya sea a través de la música, del canto u otra forma de interpretación– lo que surge es lo que se vive», concluyó.