ROMA, 9 julio 2003 (ZENIT.org–Avvenire).- Para la psicoterapeuta Adriana Bassanetti, fundadora de la Asociación «Hijos en el cielo», la muerte de un hijo no debe vivirse como un castigo divino, como a veces ocurre y como a ella le sucedió antes de volver a la fe.
Esta constatación ha llevado a elegir como lema «El sacrificio de Isaac» para la Escuela de Fe y de Oración que ha tenido lugar en Rocca di Papa (localidad a las afueras de Roma), que dirigió el asistente espiritual nacional del movimiento, el sacerdote Innocenzo Gargano, monje de la Orden Camaldulense de la Orden de San Benito y biblista.
Esta semana de espiritualidad –así como otros encuentros anuales–, con la ayuda de teólogos, expertos y sacerdotes, es un instrumento para acercarse al misterio de Dios y del hombre, de la vida y de la muerte y para comenzar discretamente un proceso de elaboración psicológico-espiritual del luto a fin de llegar a un mejor conocimiento de sí y de la propia vida interior en el Espíritu, y para formar en la escucha y meditación de la Palabra.
La institución de la Escuela de Fe y de Oración para los aproximadamente setenta sacerdotes que atienden a padres con hijos en el cielo en otras tantas diócesis italianas constituye la novedad de este año. El encuentro tendrá lugar en el monasterio benedictino de Valledacqua (en Acquasanta Terme, provincia de Ascoli Piceno) del 17 al 25 de agosto.
La Asociación «Hijos en cielo» –Escuela de Fe y de Oración–, es una comunidad eclesial, laical, que presta su servicio pastoral a las diócesis que piden su colaboración, tanto en Italia como en el extranjero.
Su fin es orientar a todos aquellos padres que han pasado por la pérdida del hijo, a los jóvenes que buscan valor y sentido a su existencia y a todos aquellos que quieran recorrer el camino de la fe, de la caridad y de la esperanza cristiana.
Más de siete mil familias se han adherido a la asociación en Italia. Además, están empezando a llegar las primeras peticiones de otros países.
Según Adriana Bassanetti, el acierto de la asociación radica en «haber situado como punto de referencia no al movimiento, sino a la Iglesia, un punto seguro entre tantas “voces” que a menudo utilizan el sufrimiento y el dolor».
«Son muchos los que nos agradecen haber podido encontrar la Iglesia –reconoció–. Entre ellos no hay sólo madres, sino familias enteras, hermanos, hermanas, amigos del colegio y compañeros de grupo de los hijos en el cielo».
«Hijos en el cielo» surgió en 1995 con la intención de compartir fraternalmente con las familias afectadas por el luto los momentos de mayor dificultad, profundizar con ellos el misterio y la llamada especial –«dolorosa pero también preciosa»–, que se esconde en el luto. La Asociación cuenta con el reconocimiento de monseñor Silvio Casare Bonicelli, obispo de Parma.
Algunos de los que hace años siguen el camino de «Hijos en el cielo» comenzarán a dedicarse por completo al «ministerio de la consolación», que consiste en acompañar a las familias «de la oscuridad de la desesperación de la muerte al encuentro sereno con Dios en la fe».
Siguiendo el modelo de María –que «brilla como signo de esperanza y de consolación» (Cf. «Lumen gentium»)–, a través de dicho ministerio la asociación intenta ofrecer «una presencia atenta, discreta y amorosa de escucha para ayudar a los padres a salir de la soledad del propio dolor y compartirlo cristianamente con quienes han tenido la misma experiencia».
Más información en www.figlincielo.it.