Juan Pablo II recuerda que lleva desde joven el escapulario de la Virgen

En la fiesta del Carmen

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CIUDAD DEL VATICANO, 16 julio 2003 (ZENIT.org).- En este miércoles, 16 de julio, día en el que la Iglesia celebraba la festividad de la Virgen del Carmen, Juan Pablo II presentó a María como motivo de consuelo y esperanza para el creyente.

Tras saludar a los peregrinos de la Familia Carmelita, que estaban presentes entre los dos mil peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, el Santo Padre quiso recordar el significado de este día, que para él estaba lleno de recuerdos.

«La memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María del Monte Caremlo me ofrece la oportunidad de indicaros a María Santísima como modelo al cual referirse constantemente para encontrar en su ejemplo inspiración y una guía segura», afirmó al final del encuentro.

«Os exhorto a invocarla siempre: será motivo para vosotros de consuelo y esperanza», concluyó.

Hablando en polaco, el Papa había recordado poco antes, «yo también, desde mi juventud, llevo en el cuello el escapulario de la Virgen y me refugio con confianza bajo el manto de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Jesús. Espero que el escapulario sea para todos, particularmente para los fieles que lo llevan, ayuda y defensa en los peligros, sello de paz y signo del auxilio de María».

Antes de entrar al seminario, siendo estudiante universitario en Cracovia, Karol Wojtyla pensó seriamente en entrar en el Carmelo, tras leer las obras de San Juan de la Cruz.

Sus escritos místicos le apasionaron hasta el punto de que en ellos basó su tesis doctoral de teología, defendida ante la Universidad Pontificia de Santo Tomás («Angelicum») en Roma.

El escapulario fue el don que recibió el general de la Orden Carmelita, Simón Stock, en 1251, en una aparición de la Virgen, en la que le aseguró una especial asistencia en la vida y en la muerte para todos los que lo llevaran con devoción.

Comentando las palabras del Papa en los micrófonos de «Radio Vaticano», el teólogo y experto de mariología, Stefano De Fiores, explicaba este miércoles: «Al pensar hoy en la virgen del Carmen, pensamos ante todo en la contemplación tan necesaria para el mundo de hoy, que está demasiado absorbido por la actividad y sometido al estrés y al ansia».

«Al mismo tiempo, en María vemos también «la belleza». Esta vía de la belleza hoy es particularmente adaptada para atraer el corazón de los hombres. Según Fiódor M. Dostoievski (1821-1881) la belleza salvará al mundo. Pero no una belleza cualquiera, sino una belleza redimida, como dice Pavel Evdokimov» (1901-1970).

Con su belleza, concluye, María nos indica «lo que deberíamos ser y por desgracia no somos», concluye el teólogo y religioso de la Compañía de María (monfortiano).

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ZENIT Staff

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