Así se explica en un comunicado, difundido este jueves por la Sala de Prensa de la Santa Sede, en el que se subraya la fragilidad del Derecho Internacional –en particular respecto al funcionamiento de las Naciones Unidas— evidenciada en el contexto de la reciente guerra en Irak.
«La humanidad se encuentra ante un desafío crucial: si no logra dotarse de instituciones realmente eficaces para eliminar el flagelo de la guerra, el riesgo está en que el derecho de la fuerza prevalezca sobre la fuerza del derecho», se lee en la nota.
El tema propuesto procede de una profunda convicción de Juan Pablo II: «El Derecho Internacional ha sido por mucho tiempo un Derecho de la guerra y de la paz. Creo que está llamado cada vez más a ser exclusivamente un Derecho de la paz concebido en función de la justicia y de la solidaridad» (Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 13 de enero de 1997).
«Los principios fundamentales que inspiran tal convicción son los mismos que animan el compromiso de la Iglesia en favor de la paz –explica el comunicado–: la igualdad en dignidad de toda persona humana y de toda comunidad humana, la unidad de la familia humana y la primacía del derecho sobre la fuerza».
Citando al Concilio Vaticano II, la nota subraya que la paz «no es la simple ausencia de la guerra, ni puede reducirse únicamente a hacer estable el equilibrio de fuerzas litigantes, ni es efecto de una despótica dominación, sino que se define con toda exactitud como “obra de la justicia” (Is 32, 17)» (Constitución pastoral «Gaudium et spes», n. 78).
En este contexto, «a nivel mundial, el Derecho Internacional está llamado a ser instrumento de una justicia capaz de producir frutos de paz» y «tiene la misión de regular armoniosamente la realidad internacional» a fin de que «se eviten los conflictos sin recurrir a las armas, sino a través de mecanismos y estructuras capaces de asegurar la justicia, eliminando las causas de potenciales enfrentamientos».
«El mundo actual necesita más que nunca vivir en un renovado y auténtico espíritu de legitimidad internacional: la próxima Jornada de la Paz busca ofrecer la contribución de la Iglesia en esta perspectiva», concluye la nota de la Sala de Prensa de la Santa Sede.