El Santo Padre conoce bien esos montes, que alcanzan los 2.914 metros de altura, situados a unos 100 kilómetros de Roma, pues es la séptima vez que visita esa región italiana.
El contacto con las alturas ha permitido al Papa dejar a las espaldas por algunas horas el calor tremendo que se ha hecho sentir en las últimas semanas en Italia.
Juan Pablo II, que comenzó sus vacaciones el 10 de julio, ya había realizado una excursión en coche por los alrededores de Castel Gandolfo, donde dedica sus días a descansar, a leer y a escribir un libro sobre su experiencia como obispo.