Los visitantes de la Ciudad Eterna pueden ahora recorrer un tramo de ochocientos metros del pasaje, conocido como Corredor del Borgo debido al nombre del barrio que atraviesa.
La obras de restauración, que empezaron con motivo del gran jubileo del año 2000, han logrado recuperar un monumento único, que formaba parte de una muralla que rodeaba la originaria basílica de San Pedro para proteger la tumba del santo en los primeros siglos del cristianismo.
El pasadizo fue utilizado durante siglos por los pontífices para escapar de los invasores, como Clemente VII, que en 1527 se refugió en el castillo de Sant’Angelo para huir del saqueo de Roma por parte de las tropas del emperador español Carlos V.
El Corredor del Borgo, con cerca de diez metros de altura, puede visitarse en grupos de cien personas.