«Habló del debilitamiento de la familia y de como se introduciría en el seno familiar la facilidad de la infidelidad conyugal y una degradación general de las costumbres y eso es lo que ha pasado efectivamente. También hacía alusión a cómo la fragilidad humana necesita que el orden moral le sea recordado, le sostenga además en la lucha contra las pasiones desordenadas, especialmente en el caso de los jóvenes», precisó el prelado en su reflexión semanal en el programa «Claves para un mundo mejor».
«Y hay otra cosa que desde el punto de vista cultural y político fue fundamental: el Papa preveía –subrayó– el desastre que podía significar que el poder público, sobre todo cuando no se somete a las exigencias morales, debiera hacer uso de estos métodos anticonceptivos para minar las fuentes de la vida. ¡Es lo que ha ocurrido en muchos países donde hoy se habla de un invierno demográfico!».
«Creo que en buena medida porque la voz del Papa no fue escuchada y porque desgraciadamente también dentro de la Iglesia ese llamado no tuvo el eco sonoro que debió haber tenido –aseguró–. Especialmente en el caso de muchos sacerdotes que no han aplicado la doctrina de la Encíclica y por tanto han deformado la conciencia de los fieles».
Por último, monseñor Aguer recordó que «la Iglesia no tiene miedo de parecer antipopular. Aquí se trata de recordar exigencias fundamentales de orden natural y el respeto de aquello que Dios ha creado y Dios sabe cómo debe caminar el hombre para alcanzar su autentico fin, para realizarse plenamente de acuerdo a ese orden de la creación y para alcanzar la verdadera felicidad».