KÖNIGSTEIN, 30 julio 2003 (ZENIT.org).- La Iglesia católica de rito oriental en Rumanía está experimentando un decisivo renacimiento tras la persecución a la que fue sometida por el régimen comunista.
Así lo testimonia el obispo de Lugoj, monseñor Alesandru Mesian, quien en los últimos nueve años ha ordenado a más de los sacerdotes que hoy tiene su diócesis, según informó en una reciente visita a la sede central de la asociación internacional católica «Ayuda a la Iglesia Necesitada».
La negativa de los greco-católicos de pasar a formar parte de la Iglesia ortodoxa de Rumanía, como exigió el gobierno marxista, provocó el encarcelamiento de doce obispos y el martirio de siete de ellos.
«En los últimos nueve años he ordenado a 60 nuevos sacerdotes, y en estos momentos, mi diócesis sólo dispone de 105 sacerdotes, pero en el seminario tenemos a 30 hombres jóvenes preparándose para el sacerdocio», aclara.
En opinión del obispo, las relaciones con la Iglesia católica de rito latino son muy buenas, como demuestra el hecho de que en 19 templos de la diócesis católica latina de Timisoara y en cinco iglesias de la archidiócesis de Alba Iulia se alternen ambos ritos para celebrar la liturgia y los sacramentos.
También las relaciones ecuménicas con la Iglesia ortodoxa de Rumanía van por buen camino: «Unidos celebramos cada año la semana de oración internacional ecuménica del 18 al 25 de enero».
«Desde la caída de Nicholae Ceaucescu (1989) disfrutamos de libertad religiosa en Rumanía, y la política actual se muestra incluso favorable a las religiones», revela.
Un claro problema lo representa la restitución de las propiedades eclesiales confiscadas: «De las aproximadamente 2.500 iglesias greco-católicas que había en 1948 en Rumanía sólo se han restituido 150 entre 1990 y hoy, y en mi diócesis, la relación es de 235 a 47. A pesar de la normativa legal existente, las autoridades a menudo no muestran interés por la restitución de los bienes eclesiales expropiados».