CIUDAD DEL VATICANO, 31 julio 2003 (ZENIT.org).- La evangelización, saber qué significa ser cristianos, hacer frente al individualismo con la dimensión de la comunidad eclesial y la defensa de la dignidad de la persona son los desafíos que tiene por delante la Iglesia en Brasil en los próximos años.

Así lo constató el cardenal Geraldo Majella Agnelo, arzobispo de São Salvador de Bahía (Brasil) y nuevo Presidente de la CNBB --«Conselho Nacional dos Bispos do Brasil» (Conferencia Episcopal brasileña)--.

Presente en Roma para presentar a Juan Pablo II la relación de la última Asamblea General de la CNBB --celebrada el pasado mes de mayo--, así como la nueva directiva de la Conferencia Episcopal brasileña, el purpurado abordó en esta entrevista concedida a Fides las líneas de futuro de la Iglesia en el país.

--Eminencia, ¿cuáles han sido las prioridades pastorales trazadas por los obispos brasileños en la Asamblea general para los próximos 4 años?

--Cardenal Geraldo Majella Agnelo: Antes que nada hay que decir que nuestras directivas pastorales para los próximos 4 años tienen como objetivo principal la Evangelización, alentada por el Santo Padre en la Asamblea Episcopal de América Latina en Santo Domingo, en la cual nos habló de la necesidad de una «Nueva Evangelización» afirmando que como Iglesia debemos ser siempre evangelizados para evangelizar.

El Gran Jubileo del 2000 fue muy importante. El documento «Tertio Millenio Adveniente» nos propuso una preparación de tres años para el gran evento y en la «Novo Millenio Ineunte» el Papa llamó con fuerza a toda la Iglesia a un nuevo ímpetu misionero evangélico con la exhortación «Duc in altum».

Siguiendo este espíritu jubilar, la Iglesia en Brasil ha preparado un material titulado «Ser Iglesia Hoy» con el que nuestras comunidades han podido madurar el tema de la Nueva Evangelización y los desafíos que la Iglesia brasileña debe afrontar en el nuevo milenio. Durante la Asamblea de obispos brasileños decidimos continuar el mismo recorrido. En realidad, pretendemos que los creyentes tomen conciencia de lo que significa ser cristiano, estar bautizado y ser hijo de Dios y qué significa ser discípulo de Cristo, y reforzar la doctrina del Concilio Vaticano II de la llamada universal a la santidad en línea con lo que nos recuerda el Papa sobre la necesidad de proponer la santidad como gran ideal siguiendo las palabras de Cristo: «Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto».

Metodológicamente hablando, deseamos que esta toma de conciencia se produzca a nivel personal, comunitario y social: deseamos atraer a la persona, a la comunidad y a la sociedad en general. Para hacer frente al individualismo del hombre contemporáneo, es necesario a la vez valorar a la persona humana como ser individual e invitarla a una actitud de apertura a los otros y a no encerrarse en sí misma, sino a abrirse a la comunidad para que los individuos vivan en comunidad, lugar de comunión, de fraternidad, de solidaridad. La tendencia al individualismo lleva a impedir que las personas comprendan qué significa ser Iglesia y qué representa su dimensión comunitaria. De aquí deriva la necesidad de reforzar la dimensión comunitaria de la fe.

Por último, queremos atraer a toda la sociedad para actualizar el mandamiento de Cristo: «Id al mundo entero y haced discípulos a todas las gentes». Nosotros, que estamos llamados a ser discípulos de Cristo, debemos testimoniar esto frente al mundo para hacer más discípulos.

También estamos preocupados por la defensa de la dignidad de la persona humana. Una vez constatado el sufrimiento de nuestro pueblo, marcado por el hambre y la miseria, no podemos permanecer indiferentes a ello y debemos defenderlo ante el mundo. Con este propósito, la CNBB publicó el año pasado un documento sobre las exigencias éticas para vencer el hambre y la miseria y promovió un programa «mutirão da fome» (campaña para combatir el hambre). Este año, el presidente Lula ha lanzado el proyecto del gobierno llamado «Hambre Cero» al que hemos dado nuestro apoyo y nuestra colaboración según nuestras posibilidades, puesto que estamos en condiciones de llegar allí donde las estructuras gubernativas no llegan nunca. Pero no podemos, sin embargo, limitarnos sólo a las obras asistenciales; buscamos mucho mas que el simple hecho de dar de comer a los hambrientos; queremos conseguir una verdadera promoción humana, haciendo que aquellos que sufren el hambre sean protagonistas de su propia promoción humana.

--Algunos estudios recientes indican un alejamiento de los fieles católicos en la Iglesia de Brasil. ¿Las directivas pastorales que ha presentado reflejan la preocupación de los obispos?

--Cardenal Geraldo Majella Agnelo: Sí y no. La Evangelización debe ser un modo de actuar constante en la Iglesia y una parte esencial e irrenunciable de su ministerio y debe ser siempre renovada. Todo ello es necesario tanto para reforzar la fe de los creyentes como para favorecer que las nuevas generaciones conozcan cada vez más profundamente las razones de nuestra esperanza.

Entiendo que en Brasil cuando hablamos de nueva evangelización es evidente que queremos dar una respuesta pastoral adecuada al hecho de que estamos en un país que no puede ser llamado enteramente católico. Realmente nunca lo ha sido. Ahora, sin embargo, la gente comienza a admitir que no es católica. En términos de declaración pública de fe hemos perdido cerca del 10% de los fieles en los últimos 10 años. Eran católicos bautizados, pero no practicantes. El verdadero católico es el que acepta la fe en su totalidad y no tan sólo una parte de la misma.

La tendencia individualista del hombre contemporáneo a veces le empuja a actuar en materia de fe eligiendo, como si fuese un supermercado, aquellas «verdades» que no se oponen a su estilo de vida aceptando lo que le conviene y rechazando lo que requiere una conversión. Todo esto provoca un debilitamiento gradual de la fe hasta la pérdida total. Vale la pena recordar la obra escrita por monseñor Valverdo Teppe, «Pequeños rebaños, grandes signos», en la que habla de esta tendencia actual y nos recuerda que el verdadero católico es aquel que acepta la totalidad del mensaje evangélico con todas sus consecuencias y exigencias a nivel personal y comunitario. Quizá es precisamente ésta nuestra condición actual: como los primeros cristianos, somos una pequeña grey llamada a seguir sus huellas de modo que podamos ofrecer al mundo un auténtico testimonio de vida cristiana. Deseamos que la formación sea el fundamento de nuestra peregrinación reforzando el protagonismo laico y renovando la misión y la vocación de nuestros sacerdotes.

--¿Nos podría decir algo sobre el reciente encuentro de la nueva directiva de la CNBB con el Papa?

--Cardenal Geraldo Majella Agnelo: Hemos venido a Roma para traer al Papa la relación de nuestra última Asamblea desarrollada a principios de mayo en Itaici. Hemos visitado también los dicasterios vaticanos con los que tenemos más contacto, como por ejemplo, la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Secretaria de Estado, la Congregación para el Clero y la Educación Católica, además de la Comisión Pontificia para América Latina.

El Papa ha recibido nuestra relación y nos ha preguntado sobre los niños de la calle. Le he respondido con alegría que es un fenómeno que está disminuyendo gracias a la actividad de la Iglesia, cada vez más comprometida en este sector. Me ha preguntado también sobre la teología de la liberación y le he respondido que ha hecho su obra y dejado su contribución y ha terminado allí donde debía terminar.

Hemos contado también al Papa que este año en Brasil celebramos el año de las vocaciones y por ello hemos dedicado toda una jornada para prepa rar el tema central de nuestra futura Asamblea de obispos, que será «La vida y el ministerio de los presbíteros».

--La Iglesia de Brasil acaba de celebrar su primer Congreso Misionero Nacional como preparación al CAM 2 ¿Qué ha representado este Congreso Nacional respecto a la misión «ad gentes»?

--Cardenal Geraldo Majella Agnelo: Pienso que la iglesia en Brasil debe crecer todavía mucho en su dimensión misionera, sobre todo en lo que se refiere a la misión «ad gentes». Hemos recibido mucho durante largo tiempo y ha llegado el momento de que la Iglesia brasileña ofrezca algo. En este sentido creo que la realización de este primer congreso ha representado un paso adelante.