Obispos argentinos: Es inaceptable relacionar a la Iglesia con la tortura

BUENOS AIRES, 2 septiembre 2003 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal Argentina ha negado la información periodística según la cual el ex presidente de facto, el general Reinaldo B. Bignone, relaciona a algunos obispos –que no se mencionan– con una supuesta aprobación de la tortura.

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En el documental «Escuadrones de la muerte. La Escuela Francesa» de la periodista Marie-Monique Robin, emitido por Canal Plus de Francia, Bignone aseguró que algunos obispos argentinos aprobaron la tortura a desaparecidos y presos políticos durante la dictadura (1976-1983).

Asimismo afirmó que durante la dictadura hubo 8.000 desaparecidos, frente a los 30.000 que denuncian los organismos humanitarios.

«Es absolutamente falso e inaceptable relacionar a la Iglesia con este tipo de crímenes que siempre ha condenado con toda claridad y energía», se lee en el comunicado publicado este lunes, firmado por el secretario general del episcopado, monseñor Sergio Fenoy, bajo el título «La Iglesia y la tortura».

Al respecto, la Conferencia Episcopal Argentina recuerda el texto de una carta enviada el 17 de marzo de 1977 a la Junta Militar. En ella se expresaba la reclamación de la Comisión Permanente del Episcopado «por la situación de muchos presos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y de otros detenidos bajo proceso, que según sus declaraciones o las de sus familiares, han sido sometidos a apremios ilegales, de calidad y característica tales, que hubiéramos siempre juzgado inconcebibles en el modo de ser argentino y que por cierto, son para el cristiano inaceptables en conciencia».

El comunicado explica también que en 1972 decían los obispos de la Argentina: «…nos sentimos obligados a reiterar la enseñanza permanente de la Iglesia, en una forma breve, clara y firme: Someter a una persona a la tortura para arrancarle informaciones o confesiones, no sólo cuando se usa aquella contra inocentes, sino también cuando se la emplea contra personas sospechosas e incluso reconocidamente culpables de delitos políticos o comunes, siempre es ilícito…» (Cf. Declaración de la Conferencia Episcopal Argentina sobre la tortura y toda forma de violencia, San Miguel – 16/III/72).

Además, en marzo de 1995, en la 111º Comisión Permanente expresaron que «si algún miembro de la Iglesia, cualquiera fuera su condición, hubiera avalado con su recomendación o complicidad alguno de esos hechos, habría actuado bajo su responsabilidad personal, errando o pecando gravemente contra Dios, la humanidad y la conciencia».

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ZENIT Staff

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