NUEVA YORK , 23 septiembre 2003 (ZENIT.org).- El 22 de septiembre, en Nueva York, se celebró la sesión plenaria de las Naciones Unidas dedicada a la implementación y declaración de compromisos sobre el sida. Publicamos la intervención del cardenal Claudio Hummes, O.F.M., arzobispo de Sao Paulo (Brasil), quien guió la delegación de la Santa Sede.
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Señor Presidente:
En primer lugar, en nombre de mi delegación, permítame expresarle nuestra sincera gratitud por conducir esta Reunión Plenaria de Alto Nivel sobre VIH/SIDA, una más que oportuna iniciativa que expresa la resolución de la comunidad internacional de crear estrategias más efectivas para abordar los desafíos que acarrea esta epidemia y otras enfermedades que pueden prevenirse, como la malaria, el cólera y la tuberculosis. Mi delegación desea rendir homenaje al compromiso personal del Secretario General en la lucha contra el VIH/ SIDA, y agradecerle por el amplio informe sobre el progreso en la implementación de la Declaración de Compromiso sobre VIH/SIDA de la Vigesimosexta Sesión Especial de esta Asamblea General.
El VIH/SIDA ha sido y continúa siendo una de las mayores tragedias de nuestro tiempo. No es sólo un problema sanitario de enorme magnitud, sino que también es una cuestión social, económica y política; y, como mi delegación ya ha subrayado muchas veces aquí en las Naciones Unidas y en foros similares en otros lugares, también es una cuestión moral, debido a que las causas de la epidemia claramente reflejan una crisis de valores grave. Su rápida difusión y trágicas consecuencias no han dejado escapar a ningún segmento geográfico de la familia humana. Se estima que más de 70 millones de personas morirán a causa del SIDA en los próximos 20 años. En el año 2001, en ocasión de la Décima Asamblea General del Sínodo de Obispos de la Iglesia Católica, los Obispos de África del Sub-Sahara realizaron un llamamiento a la comunidad internacional para obtener una ayuda inmediata en su batalla contra esta plaga que «está produciendo una espantosa cosecha de muerte» en dicha región (L’Osservatore Romano, 11 de octubre de 2001). De hecho, una amplia mayoría de los que han muerto y de los que se calculan que morirán a causa del SIDA, como así también de los que están infectados con el virus, se encuentran en el África del Sub-Sahara.
Permítame llamar su atención sobre uno de los grupos más vulnerables de las víctimas del VIH/SIDA, es decir, nuestros niños. Tantos de ellos han sido y continúan siendo víctimas de esta epidemia, ya sea porque han sido infectados por el virus, el cual les ha sido transmitido al nacer, o porque han quedado huérfanos debido a la muerte prematura de sus padres causada por el SIDA. El VIH/SIDA está causando un fuerte aumento de la mortalidad infantil: 3,8 millones de los 19 millones de personas que murieron a causa del SIDA el año pasado eran niños menores de 15 años. Durante las últimas dos décadas, ha dejado huérfanos a más de 14 millones, más de 11 millones de los cuales se encuentran en África del Sub-Sahara. Y, de acuerdo con un cálculo, para el año 2010 en África sola habrá 40 millones de huérfanos a causa del SIDA, el 95% de los cuales será portador del virus.
La necesidad imperiosa de tratamiento para estos enfermos jóvenes puede satisfacerse con los avances de la ciencia médica. Desafortunadamente, el costo del tratamiento médico es elevado y a menudo está más allá del alcance no sólo de los pobres sino que también del de la clase media. Este problema económico se agrava por cuestiones legales, tales como interpretaciones contenciosas del derecho a la propiedad intelectual. Mi delegación se siente alentada por el acuerdo de la OMC (Organización Mundial del Comercio) que se logró el 30 de agosto de 2003, y que hará que sea más fácil para los Estados más pobres importar medicamentos genéricos más económicos fabricados según licencia obligatoria. Este acuerdo debería dar a estos jóvenes pacientes un mayor acceso a los medicamentos. Nos atrevemos a esperar que pronto aparezcan expresiones más concretas de voluntad política y valentía moral como ésta. Pero, los que padecen el VIH/ SIDA no sólo recurren a compañías farmacéuticas en busca de ayuda; su llamamiento a la voluntad política y valentía moral está dirigido sobre todo a la comunidad internacional entera. En efecto, mientras que hay sólo unos pocos inversores en las firmas farmacéuticas que pueden proveer los medicamentos que estos jóvenes pacientes desesperadamente necesitan, todos nosotros, como individuos y como comunidad, debemos ser inversores en la noble causa de proteger a los niños y a los jóvenes de la infección del VIH/SIDA y de rescatar a quienes ya son portadores del virus, porque son el futuro de la raza humana.
Señor Presidente:
La Santa Sede y las instituciones católicas no han retrocedido en la lucha global contra el VIH/SIDA. Mi delegación se complace en notar que 12% de quienes atienden a pacientes del VIH/SIDA son organismos de la Iglesia católica, y 13% de la ayuda global a los afectados por la epidemia proviene de organizaciones no gubernamentales católicas. La Santa Sede, gracias a sus instituciones en el mundo entero, provee 25% de la atención total que se da a las víctimas de VIH/SIDA, y así se ubica entre los principales actores en la materia, particularmente entre los más ubicuos y mejores proveedores de atención a las víctimas.
De hecho, para el final de este año, por medio del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios y diversas organizaciones católicas, la Santa Sede habrá logrado su objetivo de tener instituciones y programas en funcionamiento en todos los países del África del Sub-Sahara, y de comenzar nuevos en Brasil, Argentina, México, Tailandia y Lituania, y así se suman a los que ya existen en otros países en todo el mundo. Ofrecen una amplia gama de servicios, desde campañas de concientización hasta educación para un comportamiento responsable, desde asistencia psicológica hasta apoyo moral, desde centros de nutrición hasta orfanatos, desde tratamiento hospitalario hasta atención a domicilio y en prisiones para enfermos de VIH/SIDA.
Asimismo, con el fin de coordinar mejor sus actividades, la Santa Sede ha creado una Comisión Ad Hoc sobre la lucha contra el VIH/SIDA. La Comisión intenta expresar su preocupación especial por África del Sub-Sahara, donde el sufrimiento es más intenso, y prestar especial atención a los problemas de estigma y discriminación que acompañan a esta enfermedad, al acceso a tratamiento y atención, a la educación sobre un comportamiento sexual responsable, incluidas la abstinencia y la fidelidad matrimonial, y a la atención de los huérfanos a causa del VIH/SIDA. Por medio de estas nuevas iniciativas, la Santa Sede intenta fortalecer más su compromiso y aumentar su colaboración en la lucha global contra el VIH/SIDA, mientras reafirma su creencia en el valor y el carácter sagrado de toda vida humana.
Para concluir, permítame reiterar la buena disposición de la Santa Sede de cooperar con el resto de la comunidad internacional en la lucha contra este flagelo del siglo, en la mitigación del actual impacto devastador, en la detención de su espectro amenazante que acecha al mundo entero y así evitar que cobre las vidas de las generaciones futuras. No podemos dejar de responder a este reto abrumador.
Muchas gracias, Señor Presidente.
[Texto original en castellano]