CIUDAD DEL VATICANO, 17 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que el misterio de la Navidad nos recuerda que Dios se hizo hombre para estar a nuestro lado, por tanto «nunca debemos sentirnos solos».
El pontífice dedicó este miércoles la audiencia general, la última del año 2003, en la que participaron 10.000 peregrinos, a reflexionar sobre los últimos días de Adviento y sobre la Navidad, «poderoso anuncio de esperanza que afecta en profundidad a nuestra experiencia personal y comunitaria».
«Todo hombre sueña con un mundo más justo y solidario, donde condiciones dignas de vida y una pacífica convivencia hagan armoniosas las relaciones entre individuos y pueblos».
«Con frecuencia, sin embargo, no es así –añadió–. Obstáculos, contrastes y dificultades de todo tipo pesan como un fardo sobre nuestra existencia y en ocasiones parecen oprimirla».
«Las fuerzas y el valor para comprometerse por el bien corren el riesgo de ceder ante el mal que en ocasiones parece prevalecer. Es precisamente en estos momentos cuando sale en nuestra ayuda la esperanza», reconoció.
«El misterio de Navidad, que en unos cuantos días volveremos a vivir, nos asegura que Dios es el Emmanuel, Dios con nosotros. Por este motivo, nunca debemos sentirnos solos», aseguró.
«Él está a nuestro lado, se hizo uno de nosotros al nacer en el seno virginal de María. Compartió nuestra peregrinación sobre la tierra, permitiéndonos alcanzar esa alegría y paz a la que aspiramos en los más profundo de nuestro ser», explicó.
«Al hacerse niño, Jesús asumió nuestra naturaleza y estableció su alianza con toda la humanidad para siempre», concluyó. «En Belén, vino para quedarse con nosotros para siempre».
Las palabras del Papa resonaron en un clima festivo. Al final, una cantante interpretó dos villancicos en polaco. Una banda musical austriaca y músicos de zambomba italianos revivieron también algunas de las melodías típicas de estos días.