CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 14 mayo 2004 (ZENIT.org).- Con el objetivo de que la Iglesia ofrezca una auténtica acogida cristiana a los inmigrantes, la Santa Sede publicó este viernes un documento en el que actualiza el ordenamiento jurídico-pastoral sobre la materia.

La instrucción «Erga Migrantes Caritas Christi» («La caridad de Cristo hacia los emigrantes»), redactada por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, promueve actitudes de respeto de los derechos de los inmigrantes, y orienta a obispos, sacerdotes, religiosos y laicos para superar miedos injustificados.

El texto ofrece también indicaciones o consejos sumamente prácticos ante cuestiones suscitadas por la migración.

Por ejemplo, el número 61 indica que «por respeto a los propios lugares sagrados y también a la religión del otro, no estimamos oportuno que los espacios que pertenecen a los católicos --iglesias, capillas, lugares de culto, locales reservados a las actividades específicas de evangelización y de pastoral-- se pongan a la disposición de las personas pertenecientes a religiones no cristianas, ni mucho menos que sean utilizados para obtener la aprobación de reivindicaciones dirigidas a las autoridades públicas».

«En cambio, los espacios de carácter social --para el tiempo libre, el recreo y otros momentos de socialización-- podrían y deberían permanecer abiertos a las personas pertenecientes a otras religiones, dentro del respeto de las normas que se siguen en dichos espacios».

El documento constata el gran número de emigrantes musulmanes que se da en estos momentos, lo que considera (en el número 65) una oportunidad para vivir «la actitud evangélica que se ha de asumir e invita a purificar la memoria de las incomprensiones del pasado, a cultivar los valores comunes, y a definir y respetar las diversidades sin renunciar a los principios cristianos».

Tras señalar valores positivos del Islam, el documento afronta la cuestión del respeto de los derechos humanos, y afirma: «aspiramos, por tanto, a que se produzca en nuestros hermanos y hermanas musulmanes una creciente toma de conciencia sobre el carácter imprescindible del ejercicio de las libertades fundamentales, de los derechos inviolables de la persona, de la igual dignidad de la mujer y del hombre, del principio democrático en el gobierno de la sociedad y de la correcta laicidad del estado. Habrá, asimismo, que llegar a una armonía entre la visión de fe y la justa autonomía de la creación».

El documento desaconseja (en el número 63) el matrimonio entre católicos e inmigrantes no cristianos, «aunque con distintos grados de intensidad, según la religión de cada cual, con excepción de casos especiales».

En el número 67 afronta la cuestión del matrimonio entre una mujer católica con un musulmán. «Debido también a los resultados de amargas experiencias --considera--, habrá que realizar una preparación muy esmerada y profunda». Pide, además, «el apoyo de la comunidad católica, antes y después del matrimonio» para «la parte menos tutelada de la familia musulmana, es decir, a la mujer, para que conozca y haga valer sus propios derechos».

En la presentación del documento el cardenal japonés Stephen Fumio Hamao, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, aclara que «las actuales migraciones constituyen el movimiento humano más vasto de todos los tiempos».

«En estos últimos decenios, tal fenómeno, que afecta en estos momentos a cerca de doscientos millones de personas, se ha transformado en una realidad estructural de la sociedad contemporánea, constituyendo un problema cada vez más complejo, desde el punto de vista social, cultural, político, religioso, económico y pastoral», aclara el purpurado.

El documento se compone de 104 párrafos y concluye con un «Ordenamiento jurídico-pastoral» compuesto de 22 artículos.

«Ésta quiere ser una respuesta eclesial a las nuevas necesidades pastorales de los migrantes, a fin de conducirlos, a su vez, a transformar la experiencia migratoria, no sólo en ocasión de crecimiento de la vida cristiana, sino también de nueva evangelización y de misión», explica el cardenal Hamao en su introducción.